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lunes, 27 de noviembre de 2017

CULTURA POSMODERNA, NUEVA ERA


Hace muchos años el mundo por todos los medios bombardea a la sociedad con mensajes de auto-redención, para dejar fuera a Dios.

Literalmente Dios quedó como el innombrable, como nuevo tabú, como prohibido, e incluso innecesario. El ego se entronizó, se sintió dios. Es la tentación de los pobres Adán y Eva, que engañados por el diablo creyeron que si comían de ese árbol serían como dios, pero desde una idea mundana y errónea de lo que es ser dios.
Y así nuestro ego, la torpeza humana, nuestra naturaleza caída, nuestro desorden egoísta sigue entronizándose como dios, y le estorba el Dios verdadero. No quiere nadie que le diga lo que debe o no debe hacer, ni lo que está bien o mal, ni siquiera que le diga si es hombre o mujer, eso lo quiere decir él solito, Dios le estorba y se hace su enemigo, junto con el Enemigo que lo logró engañar para hacerlo su discípulo.
Sobre la vida eterna se propaga el engaño de que todos la tienen, sin necesidad de Dios. Se hace creer con los mensajes y películas constantes que al morir pasaron por un túnel y vieron la luz. Otra etapa. No se habla de salvación ni mucho menos de necesidad de salvación, eso heriría su ego. Mientras que todos los creyentes nos sabemos pecadores y necesitados de Dios, por eso acudimos a él constantemente, reconociendo nuestro pecado, pidiendo perdón y esperando de Él, la fuerza para seguir amando como El, hasta la muerte, y perdonando incluso a los enemigos que podrían darnos muerte.

Creemos lo que nos reveló el mismo Dios, que Él es el camino, la verdad y la Vida, que nadie va al padre si no es por El. Que vino a ser el salvador, a ofrecernos la Vida eterna, si le abrimos y le dejamos entrar. Fue muy explícito y contundente en repetirnos de muchos modos que el que crea se salvará y el que no, se condenará. Aunque no nos guste oírlo, aunque el mundo actual nos haya hecho incrédulos o endiosados o sensibles o intolerantes… hemos de saber lo que es evidente. No somos dioses sino creaturas recién nacidas que no saben nada, y es de lógica que debemos fiarnos del Dios que se revela a si mismo.

Efectivamente nuestra fe, no es ni comparable ni equiparable con ninguna otra religión creada por hombres. El cristianismo es Dios mismo quien lo vino a revelar. No es lo misma una religión que otra, ni una iglesia que otra. Cristo tiene autoridad para decirnos lo que podemos y lo que no debemos hacer, pues es Dios, y es la verdad. Lo que él dice no se puede cuestionar, pues si él lo dice es verdad incuestionable. Esto suena feo para el hombre de hoy que ha sido engañado por los paradigmas posmodernos de moda, por absurdos que parezcan, según los cuales, todas las fes son igualmente aceptables y respetables, son igualmente verdaderas… Si el norte es para ese lado no puede ser al mismo tiempo para el otro. Hay una verdad y una mentira. Una cosa es estar vivo espiritualmente y otra cosa es estar muerto, no es lo que uno decida pensar sino lo que es real.

Por esto Jesús dijo que traería división, pues no todos quieren aceptar su lenguaje y su mensaje. Incluso entre sus mismos contemporáneos lo rechazaron y lo llevaron a la muerte en cruz. Muy duro es este lenguaje, ¿Quién lo puede aceptar? Y Jesús dijo a sus discípulos: ¿también ustedes me quieren dejar? No iba a cambiar la verdad de su mensaje porque los hombres no quisieran aceparlo. Jesús hizo lo posible por suscitar en ellos la fe, con argumentos y con milagros. Si no me creen a mí, al menos crean por las obras que hago. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y aun viendo sus obras y milagros no quisieron reconocerle y creer en él. Al ego con su envidia, soberbia, ira y demás frutos amargos, le estorba Cristo y sus discípulos.

Su mensaje es fuerte y claro. ¿Quién daría su vida detrás de un falso ideal? ¿Quién entregaría su vida en estos caminos de Dios sin conocimiento de en que está poniendo su fe y su vida entera? ¿Crees que estoy desperdiciando mi vida y mi tiempo dando buenos consejitos? ¿Crees que da igual creer que no creer? ¿Recibir a Cristo que no recibirlo? ¿Ser de una secta o de otra? ¿Tener una fe u otra? ¿Estar en una religión o en otra? Uno busca hasta encontrar un ideal lo suficientemente grande, seguro y consistente como para entregar su vida y su tiempo en él.

¿Quién será más soberbio el que hace esto o el que no cree necesitar ni de Dios ni de salvación alguna? ¿En que se basa el primero? En la palabra y revelación divina. ¿En que se basa el otro? En su propio deseo y capricho, pues se lo saca de la manga, sin respaldo en nadie más que en si mismo, en la propia torpeza y naturaleza caída por el pecado. ¿Quién es más soberbio el que busca la verdad hasta encontrarla o el que ni se molesta en buscarla y se queda criticando a los que dicen haberla encontrado? ¿Quién es más autosuficiente y lleno de si mismo?

La verdad es un concepto que la ingeniería social de la posmodernidad ha querido deliberadamente destruir, pues, así como le estorba Dios, le estorba la verdad. Así, a través de la astucia del enemigo y sus secuaces, ha llenado libros y libros de especulaciones engañosas sobre este tema, sin la perspectiva de Dios. Todo es creado por los hombres, todo es opinable. La verdad la hace cada uno. Se construye individualmente (constructivismo) o socialmente (construccionismo). Siendo así, construida por hombres, no existe ninguna verdad absoluta. Todas serian igualmente validad y respetables, pues a cada uno construye su mundo, sus ideas y verdades, tomando o dejando las que quieren de las presentadas socialmente.

Es una contradicción en si misma porque el que afirma que no hay una verdad absoluta, lo está afirmando como verdad absoluta que quiere imponer. Su idea de que no hay verdades absolutas, es para él una verdad absoluta innegable, que además se sacó de la manga, sin argumento alguno.

Y así se pasa de la dictadura del relativismo a la imposición del pensamiento único que se quiere implantar. Hemos de pensar según los dictados de los que piensan así. Ahora se pasó al adoctrinamiento de los niños en las ideas locas que han decidido imponer a todos, creando un mundo y paradigmas opuestos a los queridos por Dios, pues de fondo está el diablo odiando a Dios y queriendo ofenderlo y haciendo todo distinto a como Dios lo quiere. El mundo sin Dios y sin verdad, esta sin moral, y se acaba en la ley de la selva, la del más fuerte, los de arriba imponen sus ideas a todos, desde las tendencias del desorden egoísta que nos constituye.

Y los que no conocen a Dios se han convertido en presa fácil de los engaños del mundo y del diablo, o sea en sus títeres para propagar esta cizaña. Por eso Cristo dejo claro que no estar con él es estar contra él. No hay una tercera opción. Como un jugador en el campo de futbol. Si no apoya a su equipo, está favoreciendo al enemigo, y jugando para él. No hay posibilidad de estar neutro. Si no apoyas el reino de Dios apoyas el anti-reino. Si no recoges con Cristo, desparramas. Si no trasmites una educación en la fe, trasmites una educación sin fe, o sea sin Dios. Es evidente.

Y esto es fruto de una decisión. Se decide dejar a Dios fuera cuando se decide no conocerle ni querer saber de él.



Esto en realidad es una postura muy irresponsable o ignorante en esta vida, pues se decide desconocer una cuestión tan vital, tan ligada con nuestro destino eterno, como es la cuestión de Dios. En Alemania fue común por mucho tiempo que todos estudiaban teología antes de cualquier otra carrera, para poder tomar una posición bien fundada antes la cuestión de Dios. Nosotros decidimos no pasar de la pobrísima e infantil catequesis de primera comunión y decidimos no querer más, por las ideologías anti Dios de turno, que nos influyeron con sus modas y tendencia anti-dios. No puedo desechar a Dios sin buscarlo para llegar a conocerlo. Solo así se puede tomar una postura responsable y con fundamentos.

El mundo ha desprestigiado a Dios, presentando caricaturas irrisorias de él. Y los incautos las han creído y han echado el tema y a todos los que los siguen a la basura. Sin necesidad de argumentación alguna, así, sin más, gratuitamente se desecha, y muchos se unen a ese “club” temerario, sin necesitar fundamento alguno para tomar postura. No se quiere ni escuchar defensa de la fe, argumentos por la fe, ni aceptar palabras de cualquier creyente. La fe en cambio tiene argumento para cada objeción que se le hace, de parte de ateos o de protestantes.

El atrevimiento del que cree y predica la doctrina cristiana no es tanto como la del que tira todo eso a la basura, y peor aún, lo tira o desecha sin conocerlo. Decide dar la espalda a Dios y no quiere que le digan que está mal, tan grande es su ceguera, y la soberbia de su ego que hace que no se le pueda decir nada. No quiere que nadie le venga a enseñar, lo tacha de soberbio, sin darse cuenta que el mismo no tiene la humildad ni para escuchar, como si ya supiera todo y no necesitara escuchar a nadie, o como si nadie le pudiera ensenar nada.