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viernes, 29 de junio de 2018

MENTIRAS DISFRAZADAS



 Parecen ciertas, pero no lo son.

-      FORMARAN PARTE DE MI VIDA SOLO QUIENES ME HAGAN BIEN

Es uno de tantos mensajes que circulan por las redes. O sea, solo me veo al ombligo; que cómodo. Solo me veo a mí, lo que me haga bien a mí. No soy capaz de sacrificio por el otro, no estoy para ayudar a los demás; es el dictado del mundo sin Dios a los hombres de hoy. Eso es un gran problema, porque somos un cuerpo, y no deberíamos vernos como islas desconectadas. El otro, incluso el torpe y pecador, es también un hijo amado de Dios, al que también Dios quiere hacer llegar su amor por medio de ti.

Jesús dijo que no vino para llamar a los justos sino a los pecadores, que no son los sanos los que necesitan de medico sino los enfermos. Y la Iglesia -o sea todos los bautizados- ocupa el lugar de Cristo, es la presencia de Cristo hoy en el mundo; por tanto, somos llamados a amar a los pecadores y a ayudarles a seguir en su proceso de crecimiento, en el que todos nos encontramos. No estamos acá para mirarnos al ombligo, ni para vivir para nosotros mismos, sino para los demás. Dios es amor, y El se dio por nosotros, al igual que debemos hacer nosotros por los demás, si queremos ser hijos de Dios.

Hemos de aceptar tanto a los más crecidos y maduros espiritualmente -porque pueden ayudarnos y enriquecernos- como a los menos, porque podemos ayudarlos y enriquecerlos nosotros. No podemos ser tan facilistas y cómodos; el sacrificio también nos hará crecer y madurar en el amor, no lo rehuyamos, estamos hechos para darnos, para amar; ayudando a otros también te ayudas a ti mismo.




-      QUIEN SOY YO PARA JUZGAR

Parece muy buena e inocente esta expresión, pero es falsa. Todos somos quien, para juzgar, es un deber y obligación de nuestra condición humana pensante. Solo emitiendo juicios podemos llegar a conocer la verdad, a hacer consensos, a unirnos en criterios comunes y ciertos. Solo juzgando podemos distinguir lo bueno de lo malo, el trigo de la cizaña, lo correcto de lo incorrecto, …

Cristo lo hizo constantemente, la palabra de Dios es una escuela de juicios correctos, nos enseña a distinguir lo bueno de lo malo, la verdad de la mentira, como Jesús hizo siempre con sus discípulos, alertándoles sobre la doblez e hipocresía de los fariseos, como les dirá a ellos mismos. Cristo nos enseña que debemos juzgar, pero no solo al prójimo, sino a empezar por juzgarnos a nosotros mismos, para ver si no cometemos el mismo error que acusamos en el otro o incluso peores. Si debemos ayudar al hermano a quitarse la pajita de su ojo, pero para ello necesitamos primero hacer auto examen de nosotros mismos para limpiar nuestra vista y poder juzgar adecuadamente. Pero ¿Qué sería de nosotros si no juzgáramos? Sería un caos total, en las personas, familias y sociedad.

Es una obligación y un deber por caridad, que debe ser la que siempre impulsa este acto de juzgar. Los padres deben corregir a sus hijos, y esto lleva implícito el juicio. Así como las autoridades ponen leyes, que implican juicio de lo debido y lo indebido, lo permitido y lo prohibido, lo considerado bueno y malo. Sin juzgar no podríamos vivir, y no es un deber únicamente de los padres hacia sus hijos o de las autoridades y policías, sino de todo ser humano; es la capacidad que Dios nos dio al hacernos a su imagen y semejanza, y la que nos distingue de los animales. Dejar del lado el juicio seria catastrófico. Pero, claro está, hemos de saber emitirlos adecuada y acertadamente, siempre movidos por la caridad para unir, edificar y hacer el bien; nunca para herir, destruir o condenar.

Obvio que para lo que no somos quien es para condenar, pues solo Dios ve los corazones. El mismo Cristo dijo no he venido a condenar sino a salvar, y esa sigue siendo nuestra misión como Iglesia, y justamente para salvar necesitamos manifestar la luz de Cristo y de la revelación, o sea el juicio con los criterios que Dios revela, como hizo El.




-      HAZ LO QUE TE NAZCA

Es otro de los dictados o mantras de la nueva era con el que es bombardeado el mundo de hoy, y en el que ingenuamente caen como presa fácil especialmente los jóvenes, faltos del criterio que da el conocimiento y la experiencia, así como la Revelación.

Los dictados del mundo, con mucha frecuencia son más dictados del enemigo que dictados de Dios, como vemos en este caso. Pues eso de haz lo que te nazca es como un mandato del diablo para hacernos daño. Tan obvio como es el daño que harían los padres a su niño si le dejan hacer lo que le nazca, pues ni comería bien, ni iría a la escuela, y se hartaría de sus caprichos, para llegar a ser nada más que un inútil, centrado en sí mismo, incapaz de hacer nada por los demás ni de tolerar que su capricho no sea satisfecho; lo que le convierte en un inmaduro bueno para nadie.

Pues eso mismo llega a suceder si al adulto se le exhorta con este mantra; la inmadurez y egocentrismo lo incapacitarían para todo sacrificio, tan necesario en esta vida, para el verdadero bien espiritual, personal, familiar y social. O sea, un mantra tan bonito como engañoso y perjudicial.




-      LA VIDA ES CORTA, APROVECHALA

Este es otro de los dictados más frecuentes y engañosos en el mundo. Y debemos estar de acuerdo con esto, pero interpretándolo bien. El problema es que la mayoría de los que escuchan esto interpretan ese aprovechar la vida, desde su ignorancia y egoísmo, por lo que engañados por el enemigo en lugar de aprovecharla se harán mas daño.

¿Qué sería realmente aprovechar la vida breve en este mundo? Sería llegar al momento final en santidad, transformado en amor, crecido y maduro espiritualmente, para alcanzar la gran meta, el premio mayor, la Vida eterna, sin la cual de nada habría servido cualquier otro logro o placer humano. Y así poder decir como San Pablo: he corrido mi carrera, y llegado a la meta, he mantenido y propagado la fe, con la confianza de que le esperaba la corona de la Vida.

Muy diferente del que llegue a ese momento final de esta vida, en la ignorancia de Dios, habiendo sido títere del maligno para hacer y propagar el mal, llevado no por el Espíritu Santo sino por sus propios instintos egoístas; pero lamentablemente esta es la aspiración de la gente de este mundo sin dios y sin fe, y esto es lo que entienden por aprovechar la vida, dejarse llevar por sus instintos, buscando placeres de la carne, con la tumba como horizonte, pues no ven más allá, por eso solo les preocupa aprovechar esta brevedad de la vida en la tierra, en la mirada corta del aquí y ahora, por la ceguera de la fe, renunciando a Dios y a la vida eterna.

Tan necios como el que vendió su primogenitura por un plato de lentejas. Pierden la eternidad que Dios vino a darnos por un placer efímero, por la errónea decisión de negar a Dios, de no creer en El, de no buscarlo, de ignorarlo, de no querer plantearse las preguntas fundamentales e ineludibles como de donde vengo y para donde voy, como vino todo a la existencia…; prefieren mirar para otro lado y distraerse con las trivialidades de este mundo.

Aunque no faltan los que, también engañados por el príncipe de este mundo -como llamó Jesús al diablo- creen que luego seguirán viviendo, pasarán a otra etapa, sin dios y sin fe; a no ser una fe supersticiosa y vana, en creencias inventadas o en amuletos de la buena suerte, en brujas o doctrinas inventadas por hombres, cerrados a la clara revelación divina que muestra el camino que lleva al Padre.