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viernes, 9 de enero de 2009

HECHOS DE APÓSTOLES


JESÚS QUIERE NUESTRA FE EN ÉL, PERO BASADA EN LA EXPERIENCIA.

SOLO ASÍ SERÁ UNA FE SÓLIDA Y FECUNDA.

LA FE Y LA RAZÓN SE COMPLEMENTAN Y NECESITAN MUTUAMENTE.

SEAN SENCILLOS COMO PALOMAS, Y ASTUTOS COMO SERPIENTES.

DIOS PARA SER FELIZ


Muchos actualmente no saben ni para qué sirve Dios; ni ven el lugar que le corresponde. Él mismo nos lo dijo: "He venido para que tengais Vida, y la tengais en abundacia", "para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo". Por eso la respuesta podría ser esta, Dios es para que seas más feliz. Desde ahora y por toda la eternidad. Con Él las alegrías aumentarán en cantidad y calidad, y las penas serán más ligeras y suaves, pues Dios les da un sentido que trasciende y Él nos ayuda a llevarlas y aceptarlas.

A Dios le gusta lo que suele gustarnos a todos, arte, tecnología, belleza, gozo, amor, lo agradable y feliz. Nos quiere felices, nos rodea de dones, visibles e invisibles, materiales y espirituales; son innumerables. El mal es un misterio que podemos atribuirlo a cualquier cosa antes que a Él, que es amor y bondad infinita. Atribúyelo al ser humano, pues es el principal causante de dolor y sufrimiento en el planeta, o al diablo, o simplemente al misterio, pero nunca culpes a Dios de mal alguno.

Creo que la cultura es un don maravilloso de Dios; nos dio la inteligencia que no deja de llevarnos a conquistar nuevas metas, a mejorar la calidad de vida con todas las riquezas naturales con que Dios nos prodigó este hermoso planeta tierra.


Y creo que deberíamos ser más agradecidos por todo lo bueno que hay en nosotros, como también lo hay en todos los que nos rodean y en el mundo en que vivimos.

¡Es tanto lo positivo por lo que podemos estar agradecidos con Dios!


Pero por encima de todo por Él mismo, que se nos da como don, amor, gozo, paz, mansedumbre, bondad, libertad, sabiduría, ciencia,… Frutos y dones del Espíritu que es Dios dándose en persona a nosotros, habitando en nosotros, queriendo la plena comunión amorosa con cada uno, colmando nuestro corazón de amor y gratitud.

De ahí que Dios sea ingrediente especial para ser feliz,

pues la felicidad es un fruto del Espíritu,

y solo se alcanza en el camino del amor que también nos es dado por Dios.


Unas propagandas desafortunadas iniciadas en Inglaterra dicen: “Probablemente no hay Dios, disfruta la vida”. Esto muestra la ignorancia de Dios y los prejuicios negativos y falsos que se tienen de Él. Me recuerda a otra propaganda de helados que dice "tanto placer parece pecado". Como si Dios fuera enemigo del placer o del bienestar y felicidad humana. Siendo Amor y creador de cuanto existe es Él quien más quiere nuestra felicidad, y nos ha dado el placer como uno de tantos dones.

Habría que decir más bien: “Dios existe, disfruta la vida”, pues Él vino para que tengamos vida en abundancia (cf. Jn 10,10; Jn 15,12). Dios que nos creó nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe mejor que nadie lo que nos hace felices y desdichados. Nos traza el camino del amor, que fue el que tomó Jesús, porque sabe que sólo en esa vivencia encontraremos la felicidad, que es incomparablemente superior a lo que pueden darnos las satisfacciones esporádicas, con los que muchos ignorantes de Dios confunden la felicidad.

Cuando no se tiene el sol, se vive en la noche, donde solo se ven estrellas, como ídolos, incapaces de saciarnos como la luz del sol. Dios que nos ama como nadie y quiere nuestra felicidad no solo en ocasiones esporádicas y pasajeras, le da sentido a nuestra vida y nos enseña a amar para que seamos felices siempre.

En ocasiones reina el pesimismo en el mundo, parece que la “construcción social del conocimiento” que se hace actualmente tiene la tendencia a ver siempre lo negativo de uno mismo, de los demás y del mundo; a ver siempre lo que falta, lo malo, lo que no se tiene, dejando de reparar en tantos dones, bondades y beneficios de la vida, de nosotros mismos y de los demás; esta perspectiva de Dios nos liberaría de esa mirada pesimista que tanto daño nos hace, para ser más positivos y felices, así como agradecidos con Dios por todos sus dones. Pues Él es amor y es quien más desea nuestra felicidad, realización y libertad verdadera.

¿En qué te fijas más en las virtudes o en los defectos, de ti, de los demás…?
¿Te consideras pesimista u optimista, crees que eres más negativo o más positivo?
¿Tienes tendencia a ver más lo bueno o lo malo, a pensar bien o a pensar mal?
¿Te consideras agradecido o desagradecido con los demás y con Dios?
¿En qué te gustaría mejorar? ¿Qué crees que puedes hacer para lograrlo?

RESPETO Y EVANGELIZACIÓN


El Evangelio no se impone, sólo se propone, decía Juan Pablo II. Jesús así lo hizo, tratando con sumo respeto tanto a romanos como a judíos, a creyentes y a pecadores públicos. Se hizo amigo de todos y fue criticado por ello. Sumo respeto incluso a los que, sin conocerle ni ser de los suyos, expulsaban demonios en su nombre (Mc 9,38-40).

No podemos imponer la fe a nadie. La hemos de contagiar con palabras y testimonio de vida nueva en Cristo, con el amor de Jesús. Respetando como hijos de Dios a todos: sin importar credo, religión, raza, nacionalidad ni estatus de vida. Solamente así daremos un testimonio que les cuestionará y les atraerá hacia Jesús, cosa que obstaculizaríamos si actuásemos de otro modo, con prepotencia o pretensión de imponer nuestra fe.


Es posible ser amigo de musulmanes y de hindúes, de ateos y hermanos separados. Cristo, a lo primero que nos capacita es a vivir en comunión, con las diferencias que nos caracterizan. Nos capacita para vivir en el respeto y amor a todos, hombre y mujer, judío y griego, creyente y ateo. Con mucha más razón con otros cristianos, aunque sean hermanos separados que, a veces, algunos parecen mirar peor que a los ateos, cosa que creo que no debería ser, ya que comparten nuestra fe en Cristo y en la Palabra de Dios, lo cual es mucha ventaja sobre los no creyentes.


“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer; ya que todos sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,26-28).

¿Conoces alguna persona de otra religión o de otra confesión cristiana? ¿Qué crees que pueden opinar de ti? ¿Qué testimonio te dan ellos y qué testimonio les das tú? ¿Crees que sería posible una amistad con ellos?
¿Qué preferirías para una de tus hijas, que se casara con un ateo, con un agnóstico o con un cristiano no católico?

domingo, 4 de enero de 2009

EL YO ENDIOSADO 5


Otros se han alejado de la fe y de Dios, incluso criticándolos, debido al contacto con integrismos o fideísmos exagerados que les han presentado la fe como algo repugnante o inadmisible: desde concepciones erróneas de un Dios castrante o castigador, hasta condenas innecesarias de muchas cosas perfectamente legítimas en una fe bien entendida, pasando por exageradas exigencias moralistas, etc. Una fe equilibrada e inteligente nos libra de satanizar lo que Dios no condena; lejos de cortarnos las alas nos da alas para volar alto y ser más felices.


Para concluir diría que no tengo nada contra la racionalidad, por el contrario, creo que fe y razón se complementan perfectamente, y se necesitan mutuamente. Tengo más contra la irracionalidad, al igual que muchos de los mencionados críticos. Hemos de evitar una fe temeraria no basada en la experiencia; hemos de librarnos de fanatismos e idolatrías, de creencias irracionales sin fundamento; hemos de ser inteligentes y astutos, como nos pide el mismo Jesús en diversas ocasiones, tanto para no malinterpretar textos, como para conocer mejor a Dios, para poder dar razón de nuestra fe y cimentarnos en terreno firme. De esta reflexión saco también una llamada de alerta: cuidado a atrevernos a interpretar textos bíblicos; antes de dar por hecho que sabemos hacerlo, cerciorarnos de cómo debe entenderse correctamente, indagando en lecturas, comentarios y estudios.


Hemos de tener sumo cuidado en lo que admitimos como verdadero, pues así como cuidamos lo que comemos y si lo encontramos estropeado lo evitamos para no tener una infección de estómago, así también deberíamos cuidar mucho lo que dejamos entrar en nuestra mente, que también se puede dañar seriamente si dejamos entrar mentiras como si fueran verdades. Habremos de tener experiencia de algo para conocerlo de verdad; pues las percepciones de otros pueden ser muy diferentes a las propias. Y también porque el padre de la mentira tiene mucho instrumento para propagar esa cizaña en el mundo, por lo que hemos de estar alerta y con filtros de fe para no dar entrada a ese veneno.


Librarnos de la torpeza de desechar lo espiritual por el hecho de que no se mide con métodos de medición de lo material; sería como tirar a la basura un peso porque no me mide la temperatura o la velocidad. Hay que tener la inteligencia suficiente como para distinguir y reconocer las diversas dimensiones de la vida humana, entre las que está la espiritual, para conocerla buscando y adentrándonos en ella, antes de desecharla con críticas absurdas que sólo muestran desconocimiento, como las planteadas por R. Dawkins y tantos otros atrevidos. No, ni ellos ni nadie es ateo por razones científicas, sino personales. Como no se puede probar la existencia de Dios científicamente, tampoco su inexistencia. Gracias a Dios son innumerables los científicos de todas las áreas que han tenido la suerte de conocer a Dios y creer en Él.

EL YO ENDIOSADO 4


Otro obstáculo importante para aceptar a Dios es la cuestión del mal; ¿por qué a los buenos les puede ir mal y a los malos, bien? ¿Porqué permite Dios niños muriendo de hambre o enfermedad injustamente?... Este planteamiento es el gran tema del libro de Job que presenta este gran cuestionamiento por el cual Job se rebeló contra Dios, pues estaba sufriendo y sintiéndose justo. Se dio cuenta de que sus quejas y reproches a Dios eran necios y absurdos; se dio cuenta de que la soberbia le había cegado, pues se estaba endiosando, atreviéndose a culpar a Dios simplemente por no entender este misterio del mal. Este libro de Job deja abierta la puerta al juicio de Dios que dará a cada uno según sus obras, ya que en esta tierra no se da aún la justicia divina, ni la última palabra sobre buenos ni sobre malos. El bueno está en camino a la Gloria como el malo puede estar en un resbaladero.
Es un misterio el mal, indudablemente; es natural que nos cueste aceptarlo y nos resistamos a tolerar el mal. Pero Dios es el último a quien deberíamos culpar de ello, pues es el que más lo rechaza y condena, el que nos quiere librar de él, el que nos ilumina y aconseja para evitarlo y vencerlo. En su mayor parte, el mal es causado por el hombre o por la naturaleza misma, que hemos de distinguir de Dios. Dios solo quiere el bien de todos sus hijos, y por ello nos pide empeñarnos en ello, pues Él no puede sin nosotros.


Reconozcamos nuestra ignorancia, nuestros pocos conocimientos al respecto, del diablo, del más allá, del mal, de los porqués, de la eternidad,… para no caer en el atrevimiento de endiosarnos y juzgar o condenar al mismo Dios al que desconocemos, atribuyéndole lo que Él no hace ni quiere.
Antes de hablar habría que buscarlo, preocuparnos por conocerlo y por entender los porqués, en lugar de patalear como niños pequeños, quedándonos en el facilismo de la queja, ingenua y ridícula de tipo: ¿por qué quiere que comamos su cuerpo y su sangre? ¿por qué quiere que creamos cosas no científicas, como la creación de Adán y Eva en vez de lo que dice la ciencia…? Estas y otras quejas o críticas baratas parten de un desconocimiento atrevido ya mencionado, como si uno que no sabe nada de ingeniería se pusiera a cuestionar a los ingenieros sobre la cantidad de hierro o de cemento.

Ya es sabido por todos que no se puede tomar a la letra la Escritura, y mucho menos ciertas partes metafóricas de la misma, que sistemáticamente condenan los críticos de la fe, desconociendo esto, y tomando como si la Iglesia quisiera hacer creer en la creación tal cual aparece en el Génesis, etc. Como digo, primero conoce lo que vas a criticar, para no orinar fuera del tiesto. La Iglesia ni cree ni quiere que nadie crea eso así. Sin embargo sigue habiendo demasiadas críticas atrevidas basadas en la ignorancia y en malas interpretaciones del texto bíblico.
Solamente mencionaría también otro tipo de críticas basadas en el comportamiento de los que dicen creer, sean consagrados o laicos. Muchos se atreven a juzgar lo debido o indebido de algo, y si ven algo inadecuado en los creyentes ya lo ponen de pretexto para ellos no creer; ¿hay algo más irracional e inadecuado que esto? Con mucha frecuencia se critica a creyentes por riquezas, con lo que se está enjuiciando como sólo Dios puede hacerlo, pues ¿quién soy yo para juzgar a mi hermano? ¿Qué se yo de lo que Dios le pida a él, de lo que puede o no puede dar, de su capacidad o incapacidad, de su ser fiel o infiel,…? Por supuesto que esto no debería ser causa de nuestra propia separación de Dios. Cualquier hombre puede ser infiel, y no por ello vamos a perdernos el tesoro de Dios apartándonos de Él. Pero, lamentablemente, al desconocer a Dios, no lo ven como tesoro sino como carga, de la que buscan librarse con cualquier pretexto o falsa justificación, sin saber que es un tesoro del que se están perdiendo, por sus prejuicios (que son desconocimientos tomados como conocimientos, y que nos alejan de la realidad, en vez de acercarnos a ella).

EL YO ENDIOSADO 3


Estos son un tipo de críticos de Dios y de la fe, los que piensan que creer es irracional, nocivo y temerario, sin darse cuenta de que ellos también creen, en otras cosas, pero creen, en cosas seguramente menos dignas de fe en hombres falibles, en sí mismos y sus propios argumentos subjetivos e ignorantes, de hecho esa opinión es una creencia, incluso irracional, y tantas otras supersticiones o prejuicios. Comparables al sapo del fondo del pozo que nace allí y cree que no hay más mundo que ese, pues cree conocerlo todo, cuando es solo un pozo; o la pulga en el pelo del perro que se pregunta si existirá el perro… Cree conocer todo y se atreve a juzgar a Dios y a decirle lo que debe y no debe hacer, a condenarlo, con más osadía que Job en su ceguera, inconsciente de que no conoce ni el 5% de la realidad.
Otro tipo de críticos de la fe son los que atacan y quieren desmantelar la fe religiosa, argumentando sobre frases bíblicas que no saben ni interpretar, como es lógico, pues por eso las critican, por sus erróneas interpretaciones. No se han molestado por conocer a Dios o la Biblia, es más fácil criticarla antes de conocerla y así se libran de ese esfuerzo por conocer, sin saber que así se privan de la misma vida en abundancia, plena y feliz que tendrían si conocieran el don de Dios. Argumentos de este tipo se ven a diario en internet confundiendo a miles de los que acceden y no tendrán conocimientos para defenderse y rechazarlos. Tanto en videoclips como en textos o audios abundan las críticas absurdas de lo que se demuestra desconocer, pues suelen ser basados en malas interpretaciones. Toman metáforas o cuentos como si fueran historias reales. Toman errores del pueblo en su búsqueda de Dios como si fuera Dios el que quiere o enseña aquello… Ignoran que la Biblia no cayó del cielo, y que trae historias del pecado del hombre, siempre rebelde e ignorante.
El mismo atrevimiento ignorante de Dan Brown al decir que los datos de su novela Codigo Davinci son precisos e históricos, cuando los historiadores con doctorados e investigaciones pueden desmentir todos esos datos. Dicen en México: “Los patos tirando a las escopetas”; no le va a enseñar el niño de primaria a los biblistas sobre cómo interpretar la Biblia; o como dice el dicho español: “le vas a enseñar al cura a dar misa”.
Uno de los argumentos más frecuentes en contra de Dios es por el mal entendido de la omnipotencia de Dios. Parece que nacemos con ese chip en la cabeza de que Dios puede todo lo que quiera y es el responsable de todo lo que sucede, lo bueno y lo malo, pues es el encargado de gobernar y de cambiar lo malo por lo bueno. Grave error, pues Él nos encargó de eso a nosotros. No nos lo pediría si pudiese hacerlo Él desde el cielo. No puede hacerlo sin nosotros.


No podemos entender la omnipotencia de Dios de esta manera tan humana y simplista como solemos hacerlo, pensando que Él debe hacer lo mismo que haríamos nosotros si fuéramos omnipotentes, que por cierto meteríamos la pata seguramente, como refleja la película cómica de Todopoderoso. El niño pequeño, desde su ignorancia, quisiera decirle a sus padre cómo actuar; le quiere enseñar a su padre a hacer hijos. Este es el problema, nos endiosamos y proyectamos. Él no actúa así, no es como quisiera nuestro desconocimiento; siempre actuó por medio de personas, como también el diablo se vale de personas. Nosotros decidimos a quién escuchamos y obedecemos, de qué principios nos dejamos guiar, de los edificantes de paz y comunión, o de los destructivos. Somos libres de escoger, y Dios no nos quitará esa libertad aunque la usemos mal o en su contra.


Dios no hace nada sin la colaboración humana, sin nuestra fe no puede actuar (cf. Mt 13,58). No hubiera liberado al pueblo de Egipto sin Moisés. No tendríamos su Palabra sin personas que la pusieron por escrito, santos y profetas. No habría comunidades cristianas sin fundadores humanos… ¿Por qué seguir esperando que Él haga solito lo que no puede hacer sin nosotros? ¿Por qué seguir reclamándole y culpándole de lo que Él mismo detesta y de lo que Él no ha hecho? ¿Por qué no escucharle y ver de qué manera quiere actuar y actúa, en lugar de reclamarle porque no lo hace como nosotros seguimos queriendo que lo haga, aunque no lo haya hecho nunca?. Es como pedir peras al olmo, o como esperar limones de un árbol que siempre dio naranjas.
A veces estos prejuicios erróneos de Dios, presentes en muchos cristianos, proceden de malas o incorrectas interpretaciones de la Biblia, y llevan a muchos a acusar a Dios. Hay que entender unas ideas elementales al respecto: nunca podemos tomar textos a la letra, en la Biblia encontramos la historia de un pueblo en proceso de conocer a Dios; no todo lo que vemos en ella parte de un verdadero conocimiento, pues en ella se plasma el proceso, desde el desconocimiento y pecado humano, hasta la mayor aproximación al conocimiento de Él. Por lo que quien critica a Dios creyendo que Él condena, que pide la muerte o la esclavitud,… se equivoca; mucho de lo que tenemos en la Biblia plasma las creencias de un pueblo pecador y en etapas tempranas de su búsqueda de Dios.

EL YO ENDIOSADO 2


La postmodernidad ya se rió y desmanteló tantas pretensiones y engaños de la modernidad en la que el hombre se endiosó al punto de creerse poseedor de verdades absolutas. Demostró la posmodernidad que de eso, nada; pues el científico demuestra lo que quiere demostrar, encuentra lo que busca, según sean sus hipótesis. No se da cuenta de que la realidad es más compleja, de que las cosas pueden ser vistas de tantos modos como personas pueden verlas.
La modernidad presumía de ser consistente, de “verdades” científicamente comprobadas, lo cual era más que decir “dogma de fe”, sin lugar a duda. Pero la posmodernidad se dio cuenta de que no hay tal, pues lo que funciona para una persona, puede no funcionar para otra. La realidad no es tan simple. Pero nos la presentan simplificada porque así se entiende más fácilmente, se vende más, pues se cree conocer con una etiqueta, y eso es más cómodo que aceptar que no se conoce porque es más complejo. Pero se vende más con etiqueta de expertos o especialistas, aunque en realidad no existan tales, pues siempre es más lo que desconocemos.
En realidad llenamos el mundo de etiquetas falsas, de nuestras arbitrariedades, de nombres que decidimos dar a lo que decidimos ver, que no es ni la cuarta parte de lo que hay. Pero es más tranquilizador pensar que sabemos a pensar que nos supera, preferimos el engaño o ilusión de conocer, aun cuando ese “conocer” sea más lo que nos aleja de la realidad que lo que nos acerca a ella; y lo mismo sucede con todo conocimiento erróneo y prejuicio humano. De ahí que proliferen las generalizaciones, estereotipos, ideas preconcebidas,… pues es más simple encasillar a un grupo con una etiqueta, que abrirme a la complejidad de las diferencias. Pero nunca será verdadera ninguna generalización; si me refiero a grupos como los cristianos, los políticos, los mexicanos, los africanos, los curas, las monjas… siempre cometemos estos errores de encasillarlos con una o dos etiquetas; nos hacemos la falsa ilusión de que conocemos y sabemos, pero con ello sólo nos alejamos de la realidad y aumentamos el error, engaño y distorsión de la misma, pues en todo grupo hay de todo, tanta variedad como personas.
Creer que el hombre puede ser solo racional es una idea del pasado, que ya no es aceptable por ningún ser pensante, pues hemos de aceptar que esa racionalidad humana se combina con muchas otras dimensiones, conscientes o inconscientes, sentimientos, emociones, deseos, hormonas, manías, juicios y prejuicios,… lo cual hace de nosotros también seres irracionales. Coexisten estas dimensiones en el ser humano y hemos de aceptarlo pues no podemos ir contra ello, nos constituye.
En muchos de los argumentos contra el Dios que desconocen y contra la religión, se pretende partir de una racionalidad pura y de una inteligencia, contra la ignorancia de los irracionales creyentes… Sin darse cuenta de lo irracionales que son al luchar contra dimensiones tan elementales del ser humano; sin reconocer las propias limitaciones, precariedad de conocimientos, subjetividad, vacío, insatisfacción, influencias emocionales y de sentimientos que están motivando esas especulaciones insustentables y que demuestran una mayor irracionalidad y desconocimiento, pero, eso sí, con mucho atrevimiento.

EL YO ENDIOSADO


Qué decir de tantos críticos de la fe y la religión
Blogs en internet con un ateísmo fundamentalista, que tratan de desmantelar la fe y la religión, con juicios absurdos, que no pueden ser sino subjetivos, faltos de conocimiento, y ensañados contra la Iglesia con todos los artilugios posibles. Absurdos razonamientos que critican de insustentables los razonamientos religiosos, sin darse cuenta de lo la precariedad e inconsistencia de los suyos. Es un error típico en los humanos, que vemos más fácil la paja en el ojo ajeno que la viga que llevamos en el propio; pretendiendo ser objetivos y con verdades absolutas e irrefutables, cuando sus ideas son tanto más refutables y carentes de fundamento que las que ellos critican subjetivamente.
Pero el error más grave que encuentro en autores de este tipo de material es el endiosamiento idolátrico de sí mismos, pues desde su osada ignorancia juzgan y critican a Dios, exigiéndole lo que Él debe ser y hacer, sin siquiera haberse tomado la molestia de conocerlo mínimamente, de haberle escuchado, o saber alguito de nuestra fe. Si supieran un mínimo de lo que Dios nos ha revelado durante siglos, no dirían tanto disparate absurdo. Pero se endiosan a sí mismos y creen que su propia lógica y razón es el dios que hay que seguir y obedecer, por encima de todo y de todos, hasta del mismo Dios, a quien juzgan y critican contra todo juicio y sentido común.
En su afán por destruir todo lo religioso, como ensañados contra Dios sin haberlo conocido en lo más mínimo, ni haberse molestado por buscarle, inventan argumentos insustentables y desmentidos hace años y siglos por la Iglesia. No se dan cuenta de que para hacer una crítica consistente y válida, lo mínimo que se requiere es conocer lo que se critica. Pero la ignorancia la demuestran desde este mismo punto: pretenden criticar algo que demuestran desconocer por completo, por lo que sus argumentos son vacíos e inútiles.
Una de sus argumentaciones es tratando de presentar como incompatibles la fe y la ciencia. Yo diría que es tanta la ceguera como si quisieran demostrar que son incompatibles lo visible y lo invisible, o el peso con la velocidad… Claro que coexisten ambas; pero se miden de modos diversos y se perciben por caminos distintos. Por supuesto que existe la realidad espiritual y la trascendencia, es característica del hombre desde que es tal; los primeros vestigios del homo sapiens fueron referentes a su dimensión religiosa. Hasta los ateos son religiosos les guste o no, como somos lúdicos, relacionales, racionales, sentimentales, temporales y tantas otras dimensiones que coexisten en el ser humano.

También somos espirituales, y todo lo espiritual es inmaterial; el amor, la felicidad, la sabiduría, la fe,… no se pueden percibir ni medir como las cosas materiales, ni con un metro ni con un peso. Pero existen en cada ser humano de un modo o de otro. Quien no ha tenido la suerte de conocer a Dios para poder creer en Él, tiene que aferrarse a alguna otra creencia absurda o inventada, como son las supersticiones, horóscopos, pseudo-religiones, o creerá e idolatrará a los demás o a sí mismo como a dios (cada uno decide quien le guía y orienta, en quién cree más). Lamentablemente estas otras creencias no pueden satisfacer la sed y anhelo profundo de Dios que todos tenemos; tal vez por eso se manifiesta -en algunos más que en otros- ese tipo de neurosis y ensañamiento de muchos que carecen de Dios por desconocerlo, pues tienen un vacío que con nada se puede llenar.
Sinceramente considero este vacío digno de compasión, pues no se dan cuenta de la profunda precariedad de las creaturas, y pretenden ser dioses, aún ignorando casi todo, creyendo que ese casi que conocen es el todo. ¿Qué sabe uno del tiempo y de la eternidad, de Dios o del diablo, del mañana,…? Qué absurdo es pensar que se conoce todo y basarse en sus conocimientos precarios, limitados y subjetivos como si fueran absolutos y completos. Este error lo cometen ufanándose de científicos y racionales, cuando es lo más irracional que se puede encontrar en la tierra.

RELACIÓN CON DIOS

1. RELACIÓN CON DIOS

Me parece de vital importancia reconocer a Dios en la vida. Creo que la deshumanización que presenciamos en el mundo actual, responde, en gran parte, a la separación de Dios. El hombre es tanto más humano cuanto más divino, es decir, cuanto más vive su dignidad divina, espiritual, imagen de Dios. Dios nos humaniza y saca de nosotros lo mejor. Separarnos de Él nos empobrece enormemente y el hombre se animaliza. En la actualidad sucede esto, se sobrevalora la dimensión física y animal, como si fuera lo más auténtico de nosotros, lo que se siente, lo que nace, lo que se desea… infravalorando lo que nos distingue de los animales: la inteligencia, la voluntad, la capacidad espiritual, la virtud, etc.
Es cierto que la cultura actual se sigue nutriendo de una larga etapa de cristiandad, que ha impregnado a la gente de valores cristianos -que son humanos- durante siglos, como la capacidad de respeto y de convivencia pacífica, el altruismo de voluntarios que quieren ayudar a otros, incluso en gente que no conoce explícitamente a Dios y que Ranher llamaría cristianos anónimos.

Pero esos valores que se construyeron durante siglos, rápidamente se desmoronan, principalmente por influencia de políticos ateos con laicismos fanáticos anti-religiosos, por los medios de comunicación y las películas que llevan al hombre a animalizarse, a desconocer lo cultural, el respeto y el conocimiento, y a seguir sus instintos primarios. Y ya se sabe, construir cuesta más que destruir; si idealizamos lo fácil, optaremos por destruir, pues mejorar y alcanzar metas exige esfuerzo.
El desconocimiento de Dios no deja de tener consecuencias lamentables, que pueden manifestarse de modos diversos: a nivel personal, por ejemplo, en el vacío espiritual y profundo, apatía, sinsentido, desamor, desmotivación, depresión, vandalismo, síntomas neuróticos, agresividad y cualquier otro tipo de locura; y también a nivel social, como vemos en la noticias diarias de asesinatos, secuestros y delincuencia de todo tipo. Pues el hombre sin Dios es lobo para el hombre, decían ya los griegos de antaño, más temible que cualquier otro animal, ya que usa para el mal la capacidad de conocer y pensar, la inteligencia que Dios le dio para el bien.
Nada como conocer a Dios y vivir la vida que sólo Él, por su Espíritu, nos da, para poder amar y convivir con las diferencias, para vivir en paz y felicidad; como también para una mayor capacidad de aceptar la vida con todas sus limitaciones y problemas, con las deficiencias que conlleva, para la superación de pérdidas, duelos, aceptación de contrariedades, etc.


¿Qué frutos del Evangelio sembrado durante siglos puedes encontrar aún en el mundo de hoy? ¿Qué diferencias crees que deberían notarse entre un creyente cristiano y un no creyente?¿Cuáles son los frutos y cualidades que deberían prevalecer y encontrarse en los cristianos?

PRESENTACIÓN

Si hay una crítica frecuente a la Iglesia, tanto en boca de católicos como de no católicos, es sobre su tradicionalismo: que perdió el tren, que se quedó en el pasado, que es retrógrada,… Desde ya, diría que no voy a satisfacer la avidez de modernidad en concepciones de la Iglesia, pues ni me compete, ni podría hacerlo yo aunque quisiera. Sólo trataré de reflexionar CONTIGO sobre algunas ideas fundamentales de nuestra fe cristiana desde la Iglesia católica, sin dejar la ortodoxia, espero, y cuestionando algunas ideas arcaicas que todavía hoy existen, más entre los laicos que en la jerarquía.