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domingo, 4 de enero de 2009

EL YO ENDIOSADO 2


La postmodernidad ya se rió y desmanteló tantas pretensiones y engaños de la modernidad en la que el hombre se endiosó al punto de creerse poseedor de verdades absolutas. Demostró la posmodernidad que de eso, nada; pues el científico demuestra lo que quiere demostrar, encuentra lo que busca, según sean sus hipótesis. No se da cuenta de que la realidad es más compleja, de que las cosas pueden ser vistas de tantos modos como personas pueden verlas.
La modernidad presumía de ser consistente, de “verdades” científicamente comprobadas, lo cual era más que decir “dogma de fe”, sin lugar a duda. Pero la posmodernidad se dio cuenta de que no hay tal, pues lo que funciona para una persona, puede no funcionar para otra. La realidad no es tan simple. Pero nos la presentan simplificada porque así se entiende más fácilmente, se vende más, pues se cree conocer con una etiqueta, y eso es más cómodo que aceptar que no se conoce porque es más complejo. Pero se vende más con etiqueta de expertos o especialistas, aunque en realidad no existan tales, pues siempre es más lo que desconocemos.
En realidad llenamos el mundo de etiquetas falsas, de nuestras arbitrariedades, de nombres que decidimos dar a lo que decidimos ver, que no es ni la cuarta parte de lo que hay. Pero es más tranquilizador pensar que sabemos a pensar que nos supera, preferimos el engaño o ilusión de conocer, aun cuando ese “conocer” sea más lo que nos aleja de la realidad que lo que nos acerca a ella; y lo mismo sucede con todo conocimiento erróneo y prejuicio humano. De ahí que proliferen las generalizaciones, estereotipos, ideas preconcebidas,… pues es más simple encasillar a un grupo con una etiqueta, que abrirme a la complejidad de las diferencias. Pero nunca será verdadera ninguna generalización; si me refiero a grupos como los cristianos, los políticos, los mexicanos, los africanos, los curas, las monjas… siempre cometemos estos errores de encasillarlos con una o dos etiquetas; nos hacemos la falsa ilusión de que conocemos y sabemos, pero con ello sólo nos alejamos de la realidad y aumentamos el error, engaño y distorsión de la misma, pues en todo grupo hay de todo, tanta variedad como personas.
Creer que el hombre puede ser solo racional es una idea del pasado, que ya no es aceptable por ningún ser pensante, pues hemos de aceptar que esa racionalidad humana se combina con muchas otras dimensiones, conscientes o inconscientes, sentimientos, emociones, deseos, hormonas, manías, juicios y prejuicios,… lo cual hace de nosotros también seres irracionales. Coexisten estas dimensiones en el ser humano y hemos de aceptarlo pues no podemos ir contra ello, nos constituye.
En muchos de los argumentos contra el Dios que desconocen y contra la religión, se pretende partir de una racionalidad pura y de una inteligencia, contra la ignorancia de los irracionales creyentes… Sin darse cuenta de lo irracionales que son al luchar contra dimensiones tan elementales del ser humano; sin reconocer las propias limitaciones, precariedad de conocimientos, subjetividad, vacío, insatisfacción, influencias emocionales y de sentimientos que están motivando esas especulaciones insustentables y que demuestran una mayor irracionalidad y desconocimiento, pero, eso sí, con mucho atrevimiento.