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sábado, 5 de enero de 2013

AMA Y VIVIRÁS

EL VERDADERO SENTIDO DEL HOMBRE SÓLO SE ENCUENTRA EN EL AMOR
 "Mi peso es mi amor". Éste me lleva a donde me lleva. Tu Don: ESPÍRITU DE AMOR, nos impulsa y nos lleva hacia lo alto . Nosotros ardemos y nos movemos en el amor. El amor es una fuerza que atrae a toda la persona . En efecto, cada persona sigue la suerte de lo que ama . Todo amor está dotado de su propia fuerza y cuando está presente en un corazón enamorado no puede quedar inactivo, necesariamente empuja a la acción. ¿Quieres saber cómo es tu amor? Observa a qué te empuja. No os exhortamos, por lo tanto a no amar, sino a no amar el mundo para que podáis amar con libertad a Aquél que ha creado el mundo . Escoge aquello que quieres amar, lo demás viene por sí solo .

LA ESENCIA DE LA VIDA HUMANA ES EL AMOR
Nuestra calidad de vida será según la capacidad de nuestro amor. La clave y el secreto más importante del éxito de la vida será según el amor que encontremos. La clave de una vida feliz, abundante, verdadera y completa es la que está llena de amor. Una persona puede poseer todo, pero si no posee el amor es infeliz. Un periodista confesaba de Greta Garbo: "Ha sido infeliz toda su vida, aún en los años 30, en el ápice de su legendaria carrera en Hollywood, cuando el mundo entero estaba a sus pies, estaba sola, atormentada, sin amor. No lograba entenderse a sí misma y la conciencia de su soledad le robaba la paz. Terminó sola, riquísima, pero hipocondríaca y avara". Por otra parte, Madre Teresa de Calcuta, por ejemplo, encarna una vida feliz llena de amor. Su rostro destella amor. Su vida está centrada en el amor.

EL AMOR EN EL CENTRO DEL HUMANISMO El mundo nuevo es un mundo hecho de amor. La solidaridad debe ser el nuevo nombre de este mundo. No es un sentimiento superficial de vaga compasión por los otros, es el compromiso por el bien del prójimo con la determinación fija y perseverante de comprometerse por el otro dispuesto a perderse en favor del otro en vez de aprovecharse de él, a servirlo, en vez de oprimirlo. Nuestra sociedad está enferma de falta de amor. Tiene necesidad de una relación no de dominio, sino infinitamente abierta al diálogo, a la comunicación, al amor. El amor que necesita la nueva civilización no es egoísta ni posesivo: es un nuevo amor nacido de la libertad, del silencio, de la meditación, de Dios. Es necesario volver a la verdadera vida, al verdadero amor, al verdadero humanismo. Es necesario volver al hombre mismo.

EL AMOR ES EL VALOR MÁS PRECIOSO. EL DESEO MÁS PROFUNDO Y SAGRADO DEL HOMBRE El hombre ha sido hecho para relacionarse, para amar (Dios lo hizo así). Esto explica también la inmensa nostalgia que el hombre tiene de comunicarse, de amar a fondo y auténticamente. No hay ninguna persona humana que no tenga este íntimo deseo. Este penetra en todas nuestras relaciones, y permanece aún allí donde todo lo demás parece corrompido y depravado. Pero aún en el abismo de la desesperación y disgusto de sí mismo, aparece como una estrella alpina sobre el abismo el deseo de comunicarse con alguien, de encontrar una persona que de cualquier forma nos entienda y nos acepte. Este deseo de amar es el más legítimo en el hombre, es el derecho más sano y sacrosanto. No se puede reprimir este sano y profundo deseo. Los fracasos en el amor, en la relación, están en la raíz del ser del hombre, es LA MÁS PROFUNDA PASIÓN, que cada uno de nosotros llevamos dentro. El amor es el valor más precioso, aquel que es más buscado y deseado: "Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, tan sólo recibiría desprecio" (Cant 8,7). "Un amigo fiel no tiene precio, su valor no se mide con dinero" (Sir 6,5). El amor no tiene precio, su valor es inestimable, quien lo posee afronta seguro la vida, quien lo encuentra ha encontrado el más grande tesoro, vale mucho más que las perlas (Prov 31,10). El empobrecimiento de la calidad de la vida viene del empobrecimiento de la calidad del amor y de la relación. Los procesos de desvalorización de la calidad de la vida tanto a nivel físico, cultural como espiritual (la escalada de la delincuencia, de la violencia, del número de suicidios), sólo son superables mediante un regreso profundo al amor como centro de la vida.
LA SEMEJANZA CON DIOS Y EL DESEO DE COMUNICARSE Y DE AMAR (N.C.I.C.356) "Dios creó al hombre a su imagen y semejanza" (Gn 1,26-27). La semejanza con Dios explica este deseo de diálogo de relación de comunión, de amor. Desde el inicio de la creación Dios ha puesto a todo hombre en esta situación existencial necesitada de diálogo con Él y con los otros. El deseo de amar responde a nuestra identidad, está escrito en el corazón del hombre porque el hombre ha sido creado POR AMOR y PARA EL AMOR. El Amor no deja de atraer hacia sí al hombre. Esta herida que llevamos dentro para siempre es un reflejo de Aquél que nos ha hecho: es Dios mismo que nos ha dado esta pasión. Es Dios mismo que puede también satisfacer esta ansia profunda. Es Dios mismo quien ha puesto la pasión y es El quien viene a nuestro encuentro. El es comunicación, es el verdadero amor que nosotros buscamos .

EL HOMBRE BUSCA A DIOS, ES CAPAZ DE DIOS (NCIC, I) Dios que ha creado al hombre por amor, también lo ha llamado al amor. Esta es la vocación fundamental e innata de todo ser humano. En efecto, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios que es AMOR (1Jn 4,8-16). La búsqueda de amor se transforma en un deseo profundo de Dios, en una búsqueda de Dios que es el amor absoluto, indefectible, infinito, eterno. Este es el verdadero fin del hombre. El HOMBRE es capaz de Dios, de conocerle, de darse libremente y de entrar en comunión con Él.
El HOMBRE, con su apertura y búsqueda de la verdad, de la belleza, de la libertad, del amor, expresa su búsqueda de Dios. Con su libertad y la voz de la conciencia, con su aspiración al infinito y a la felicidad, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios, el hombre siente el deseo de Dios, busca a Dios, es "capaz" de Dios (K. Rhaner). Dios en sí mismo es su principio y su fin último.

EL AMOR


1 Corintios 13

1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.

2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.

3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.

4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; 5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; 6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.

7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.

8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.

9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.

10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.

11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.

12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.

13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.


 

¿Porqué más de la mitad de los que dicen y creen amarse para toda la vida se separan tan rápido con odio en su corazón?

En el mundo la mayoría de personas, desconociendo al que es la Verdad y nos la reveló, vive en la mentira y en el engaño de sí mismos. Creen amar cuando sólo conocen el egoísmo que es lo contrario al amor. El amor no es egoísta. Se puede definir el amor como no buscar el bien del amado. Eso implica en su primer nivel, el más bajo, un respeto, nivel al que muchos desde su egoísmo no pueden alcanzar, pues viven más centrados en sí mismos, más pendientes de sus propios deseos y caprichos, de la propia felicidad y gustos que de la de quien creen amar.

Quieren al otro, pero ¿quién lo quiere? Su propio ego, para sí, para su propio bienestar, es su antojo y capricho. No piensa en el bien del otro sino en el de sí mismo. No le interesa la voluntad del otro sino la propia. Esclavizado por el propio ego que es un tirano que somete al que se deja llevar por él y no se domina a sí mismo.

Jesús por el contrario nos enseña el verdadero amor: un amor que no sabe de egoísmo, que sólo puede tener el hombre libre de la tiranía del propio ego, el que tiene dominio de sí mismo para poder buscar el bien y la felicidad del amado.

La palabra de Dios también nos dice que el que ama guarda los mandamientos de Dios, hace la voluntad de Dios (Jn 14,19). Y es que el verdadero bien del otro con frecuencia no es la voluntad del otro, sino la de Dios. Como el niño que no quiere  inyectarse, que quiere dulces o cosas dañinas, así también los adultos pueden no saber lo que realmente necesitan y conviene, por la naturalmente reducida mirada humana.

Ese amor no se conoce si no se recibe de Dios:

-¿Recibes el amor de Dios en la oración? ¿Te dejas amar por Él? ¿Lo experimentas?

Con ese amor en el corazón se puede amar de verdad. Se va al otro para dar y no para recibir ni mucho menos para exigir. Somos llamados a ser amor como El es.