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jueves, 30 de abril de 2020

SIN DIOS SOLO PUEDE HABER IDOLATRIAS




Mucha gente lamentablemente ni conoce ni quiere conocer a Dios, ni lo buscan ni les interesa. Es una situación grave, pues es como estar en este mundo sin ojos para ver, ya que se pierden de la parte más importante de la realidad, la que tiene que ver con el desarrollo espiritual para llegar a la salvación, razón de ser de la vida en este mundo. Esto lleva a la peor discapacidad que puede tener alguien en este mundo, no en el cuerpo sino en algo mucho más importante, en el alma eterna.


Al no ver a Dios, ni quererlo ver, quedan sujetos a idolatrar la vida en este mundo y cualquiera de sus contenidos; viviendo desde su propia cortedad de miras, caprichos egoístas, y tantas otras tendencias del ego, que son dañinas para uno y para los demás.


Se idolatra la vida es este mundo como si fuera lo único que se tiene, pues no se conoce nada más ni se cree que haya nada más, por tanto, se aferrarán a este mundo a toda costa y la muerte será vista como la peor tragedia posible, insoportable e inadmisible.



Mientras la muerte no llega quiere experimentarse todo tipo de placeres, unos tendrán como ídolos los placeres, sea el sexual, o el de la comida, o el del baile, espectáculos, viajes, mascotas, carros, etc.

Otros tendrán ídolos de poder, buscarán poder en la política o en el autoritarismo sobre la familia, sobre los estudiantes, en el clero, etc.


Otros el amor al dinero, a tener cosas y más cosas, el Dios dinero les tiene sometidos a trabajos forzados, para tener más y más, como verdadera idolatría que los somete a todo tipo de sacrificios.

Como en el pasaje de la liberación del endemoniado con Legión. Acaban expulsando a Jesús, indignados con El, pese a que les hizo un bien enorme: liberando a una persona poseída que solo se hacía daño a sí mismo y a los demás; nadie podía pasar por aquel camino a causa del endemoniado, y Jesús lo rehabilitó.  ¿Porque entonces se indignan con Jesús? Por la idolatría del dinero, que les resulta más importante que la salvación de las personas. La esclavitud de lo material que, si no damos su lugar a Dios, se ponen otras cosas en el lugar de Dios, y no nos dejan ver y juzgar con sensatez.