http://www.frayescoba.info/

sábado, 7 de marzo de 2009

DE JUDIA A CATÓLICA

RELIGIOSIDAD ERRÓNEA


La religión puede vivirse de manera sana, integradora, plenificante, como fuente de realización y felicidad, capacitadora de amor y convivencia fraterna o puede vivirse de manera contraria, como castrante y aniquiladora de valores humanos y personales, de manera patológica, por así decirlo de modo impreciso, pues no se trata de una patología propiamente dicha. A continuación cito algunas formas de lo que consideraría una mala vivencia de la fe, una religiosidad enfermiza o equivocada.


En mucha gente encontramos que prevalece una de estas formas de vivir la religión, pero también podemos encontrar la combinación de varios de los errores que presento a continuación, ya que algunas son muy similares o están correlacionadas. Aunque algunos casos pueden requerir de psicoterapia, en su mayoría será más sencillo y bastaría con una buena formación cristiana que modifique las ideas distorsionadas de Dios que hay detrás de esos modos equivocados de vivir la fe.

Religión opio del pueblo. Alienante. Cuando la religión aliena de la realidad en vez de impulsar a abrazarla y amarla, a comprometerse y entregarse. Una religión que aleja del compromiso y que se busca como evasión, sin madurez ni responsabilidad verdadera.

Religiosidad mágica. Dios- milagrero. Una religiosidad que busca soluciones mágicas y fáciles, que lleva a poner la esperanza en el golpe de suerte, equiparable a la falsa creencia de cualquier pagano en sus fetiches o supersticiones. En vez de comprometerse y buscar soluciones por cauces naturales y reales como nos pide Dios.

La religiosidad infantil que lleva a esperar de Dios lo que Dios espera de nosotros, a pedir a Dios lo que Dios nos pide a nosotros: la justicia, la solidaridad, el amor y la misericordia, la concordia, la tolerancia y la paz. La religiosidad que nos hace dependientes e inmaduros, en vez de astutos y capaces de comprometernos y luchar por lo que Dios nos pide luchar, con los medios e inteligencia que Él nos dio.

Religiosidad tonta del que tiene a Dios como un pobre tonto, frágil, a quien se ofende sin pretenderlo ni quererlo, por cualquier cosita, palabra o acto que se hizo voluntaria o involuntariamente, o por cualquier detalle insignificante.

Religión cultual, tenida como un culto al Dios misterio, como ignorando al Dios revelado por Cristo, al que hay que agradar con ritos sacerdotales para que esté contento, como haciéndole un favor y servicio a Él, porque le gustan esas ceremonias solemnes con vestiduras e inciensos. Igualmente rezan a cada santo sus oraciones como para no dejarlos descontentos. Hace énfasis en prácticas y ritos, en detalles secundarios, descuidando los valores esenciales de la vida misma.

Religión-castrante y represiva, del escrupuloso que cree que es siempre indigno, que siempre ofende a Dios, aun sin quererlo ni saberlo; para el que cualquier cosa es pecado y cree que a Dios se le agrada más con oraciones y sacrificios que con la vida evangélica, que le agrada más el sufrimiento humano que la felicidad, por lo que trata de sufrir ayunando, madrugando, con sacrificios, etc.

Religión por temor a la condenación, al infierno o al castigo. Tiene una idea medieval de Dios, a quien hay que agradar para no ser castigados y así trata de rezar compulsivamente toda clase de rezos y novenas con religiosa disciplina diaria, para poder librarse del castigo.

Religiosidad puramente teórica, que queda a nivel de ideas y totalmente al margen de la vivencia cotidiana, por lo cual deja de ser liberadora y causante de felicidad y realización, para ser un sombrero o barniz superficial que no afecta la vida.

Borreguismo, de quien vive la religión llevado por la masa, sin convicciones personales, como una veleta que le lleva el viento, según con quien se junta. Se deja llevar y manipular, no tiene identidad ni convicciones personales. Susceptible de pasar de un secta a otra, por diferentes que sean.

Rigorista que enfatiza la letra de la ley, las prohibiciones, se hace juez acusador, exigente, negativo, cumplidor fanático, sin importarle la humanidad o inhumanidad de ese cumplimiento (como los fariseos criticados por Jesús) aferrado al cumplimiento legal, obsesivo o hasta compulsivo, queriendo manipular así a Dios y sentir que lo tiene con él. Énfasis en lo doctrinal, lo ortodoxo, la autoridad y autoritarismo, la obediencia ciega (escrupulosidad).