La religión puede vivirse de manera sana, integradora, plenificante, como fuente de realización y felicidad, capacitadora de amor y convivencia fraterna o puede vivirse de manera contraria, como castrante y aniquiladora de valores humanos y personales, de manera patológica, por así decirlo de modo impreciso, pues no se trata de una patología propiamente dicha. A continuación cito algunas formas de lo que consideraría una mala vivencia de la fe, una religiosidad enfermiza o equivocada.
En mucha gente
encontramos que prevalece una de estas formas de vivir la religión, pero
también podemos encontrar la combinación de varios de los errores que presento
a continuación, ya que algunas son muy similares o están correlacionadas.
Aunque algunos casos pueden requerir de psicoterapia, en su mayoría será más
sencillo y bastaría con una buena formación cristiana que modifique las ideas
distorsionadas de Dios que hay detrás de esos modos equivocados de vivir la fe.
- Religión opio del pueblo. Alienante. Cuando la religión aliena de la realidad en vez de impulsar a abrazarla y amarla, a comprometerse y entregarse. Una religión que aleja del compromiso y que se busca como evasión, sin madurez ni responsabilidad verdadera.
- Religiosidad mágica. Dios milagrero. Una religiosidad que busca soluciones mágicas y fáciles, que lleva a poner la esperanza en el golpe de suerte, equiparable a la falsa creencia de cualquier pagano en sus fetiches o supersticiones. En vez de comprometerse y buscar soluciones por cauces naturales y reales como nos pide Dios.
- La religiosidad infantil que lleva a esperar de Dios lo que Dios espera de nosotros, a pedir a Dios lo que Dios nos pide a nosotros: la justicia, la solidaridad, el amor y la misericordia, la concordia, la tolerancia y la paz. La religiosidad que nos hace dependientes e inmaduros, en vez de astutos y capaces de comprometernos y luchar por lo que Dios nos pide luchar, con los medios e inteligencia que Él nos dio.
- Religiosidad tonta del que tiene a Dios como un bobo, frágil y delicado, a quien se ofende sin pretenderlo ni quererlo, por cualquier cosita, palabra o acto que se hizo voluntaria o involuntariamente, o por cualquier detalle insignificante.
- Religión cultual, tenida como un culto al Dios misterio, como ignorando al Dios revelado por Cristo, al que hay que agradar con ritos sacerdotales para que esté contento, como haciéndole un favor y servicio a Él, porque le gustan esas ceremonias solemnes con vestiduras e inciensos. Igualmente rezan a cada santo sus oraciones como para no dejarlos descontentos. Hace énfasis en prácticas y ritos, en detalles secundarios, descuidando los valores esenciales de la vida misma.
- Religión-castrante y represiva, del escrupuloso que cree que es siempre indigno, que siempre ofende a Dios, aun sin quererlo ni saberlo; para el que cualquier cosa es pecado y cree que a Dios se le agrada más con oraciones y sacrificios que con la vida evangélica, que le agrada más el sufrimiento humano que la felicidad, por lo que trata de sufrir ayunando, madrugando, con sacrificios, etc.
- Religión por temor a la condenación, al infierno o al castigo. Tiene una idea medieval de Dios, a quien hay que agradar para no ser castigados y así trata de rezar compulsivamente toda clase de rezos y novenas con religiosa disciplina diaria, para poder librarse del castigo, desoyendo o ignorando lo que Dios mostró como camino de salvación.
- Religiosidad puramente teórica, que queda a nivel de ideas y totalmente al margen de la vivencia cotidiana, por lo cual deja de ser liberadora y causante de felicidad, para ser un sombrero o un barniz superficial que no afecta la vida.
- Borreguismo, de quien vive la religión llevado por la masa, sin convicciones personales, como una veleta que le lleva el viento, según con quien se junta. Se deja llevar y manipular, no tiene identidad ni convicciones personales. Susceptible de pasar de un secta a otra, por diferentes que sean.
- Rigorista que enfatiza la letra de la ley, las prohibiciones, se hace juez acusador, exigente, negativo, cumplidor fanático, sin importarle la humanidad o inhumanidad de ese cumplimiento (como los fariseos criticados por Jesús) aferrado al cumplimiento legal, obsesivo o hasta compulsivo, queriendo manipular así a Dios y sentir que lo tiene con él. Énfasis en lo doctrinal, lo ortodoxo, la autoridad y autoritarismo, la obediencia ciega (escrupulosidad).
- Religión, refugio de seguridad. Ve el mundo como malo, busca oasis, seguridad y refugio en la religión ante experiencias de frustración y fracaso en el mundo. Ve la religión como tabla de salvación haciéndose escrupuloso cumplidor de normas, no busca a Dios para una relación personal auténtica, ni por auténtico conocimiento de Dios y amor a Él, sino por decepción del mundo, al que sataniza y ve de mal en peor y del que prefiere huir.
- Dios instrumento, o medio para la propia satisfacción y bienestar. En realidad sigue en la inmadurez y egocentrismo desde el que sólo le interesa su comodidad y satisfacción, para la cual Dios es un instrumento, tomando de Él solamente en la medida que le causa beneficio propio, y desechando lo que le exige renuncia y compromiso (autoengaño).
- Credulidad absurda, ingenua, superficial, insustentable y ciega es la que muchos tienen al creer en cualquier devoción sin fundamento alguno; es una religiosidad acrítica, que deja entrar la mentira y el engaño con gran facilidad. Dan cabida en su fe a todas las corazonadas que quieren inventar o les parecen bonitas (con énfasis en lo emocional) sin rigor de conocimiento y sustentación. Aferrados a prejuicios e ideas irracionales y preconcebidas. Siempre abiertos a toda clase de creencias y manifestaciones “divinas” con total ingenuidad, siendo así una credulidad temeraria.
- Fundamentalismo. Es otro modo de vivencia “patológica” de la religión por su postura rígida, inflexible, intolerante, que no da lugar al diálogo con ideas diferentes, pues se cree en posesión de la única verdad, por lo que los demás están mal. Exige e impone autoritariamente sus dogmas para que sean respetados por todos, entiendan o no, quieran o no, con obediencia ciega. Se postula como único camino de salvación.
- Religiosidad sentimental, en la que la fe se reduce a un sentimiento y se vive solamente en busca de sentimientos bonitos, sin darle importancia a la vivencia de la Palabra de Dios, ni al conocimiento doctrinal, ni al compromiso, etc. Todo lo que se busca es sentir agradablemente, con luces, músicas, grupitos, lecturas, oraciones y temas bonitos, haciéndose dependientes de esta especie de “cuento de hadas” para sentirse bien y alejados de la realidad. Así se les hace fácil el cambio a iglesias sectarias si les gustan más, sin criterio alguno, sin importar doctrinas o veracidad.
- Fanatismo religioso, es el que presentan las personas que no pueden hablar de otra cosa que no sea la religión, que viven obsesionadas con ese tema y condenan todo lo demás como malo. Quieren imponer su mentalidad a todos y a toda costa, a tiempo y a destiempo, de manera importuna; acaban por hacerla odiosa para todos los que los oyen y ganan más enemigos que amigos de esa “religión” que tratan de inculcar de modo impositivo y dictatorial.
- Religión satanizadora (condenatoria) es la que vive mucha gente de religiosidad estricta que sataniza todo lo del mundo; más papistas que el Papa, son los que decía Jesús que ni entran ni dejan entrar, porque imponen cargas pesadas que ni ellos llevan. Así se la pasan condenando todo lo que hay: terapias alternativas, prácticas, bailes,... presentando una religión desagradable y difícil, presentando así el camino de Jesús más pesado que feliz y plenificante.
- Angelismo. El hombre que busca un espiritualismo desencarnado, que opone y enfrenta a todo lo corpóreo y material como algo malo y enemigo de su realización espiritual anhelada. Su idea errónea del deber encubre o anula su ser lo que trae graves consecuencias a sus relaciones humanas. Tiene una idea caricaturizada de Dios.
- Religión a la carta del que toma los elementos que le gustan de una religión y desecha los que no le gustan, normalmente desde la ignorancia casi total de la misma. Quiere unos elementos y no otros, perdiéndose de vivir los frutos de esa fe integral.
- Religión sincrética donde podrían incluirse abundantes grupos y personas que mezclan aspectos religiosos de toda índole; pueden combinar elementos del catolicismo con otros del hinduismo, budismo o incluso con otras filosofías, santerías, creencias, esoterismo, etc., creando una mezcla que se convierte en una pseudo religión idolátrica y neopagana.
- Religión servilista. Así vivida por personas que ante la absolutización de un Dios juez y guía, viven su religión como una sumisión irresponsable que les anula y les priva de su propia capacidad de decidir y de realizarse como personas felices. Viven su fe como sumisión, debilidad y temor. Les vuelve miedosos, cobardes y sin confianza en la razón. Más como esclavitud que como libertad, más de siervo que de amigo.
- Religiosidad ignorante, del que no conoce a Dios ni lo quiere conocer, prefiere quedarse con su prejuicio natural de un Dios que todo lo puede y que nos hace favores, para pedirle todo lo que se quiere. No quiere saber más de Dios, ni de lo que pide o dice ni de cómo se revela ni de cuál es su plan de salvación,... Le da igual cómo es o si se reveló o no; no le interesa saber nada, sólo quiere ser escuchado por Él en sus pedidos. Es una religión no liberadora ni sanadora, no plenifica ni da el fruto que daría una verdadera fe. Es equiparable a cualquier superstición pagana, en la busca egocéntrica de la buena suerte y fortuna, que es lo único que busca; se quiere servir de “dios” sólo para el propio beneficio, lo que acaba siendo un perjuicio.
- Dios de bolsillo. Hacen a Dios a su medida personal, en vez de esforzarse por amoldarse a lo que Dios pide. Quieren un Dios que se identifique en todo con su propia mentalidad, en vez de esforzarse por acoger la de Dios. Así no pueden ni quieren cambiar, ni dejan a Dios ser Dios en sus vidas, pues se endiosaron a sí mismos, sin dejar que Dios les guíe.
- Un Dios genio de la lámpara, de quien solamente quiere a Dios para tener buena suerte. Es muy común en tantas personas que ponen imágenes religiosas en vehículos o negocios, para que les vaya bien y nada más. No practican religión alguna. Por lo que esas imágenes son tratadas como simples amuletos para la buena suerte por estas personas supersticiosas. Y como es lógico, tienen mucho de las dos características anteriores: hacen con Dios lo que quieren, y son ignorantes de Él, sin interés por conocerlo.
- Un Dios reducido a unas doctrinas, de las que se apropiaron unos “profesionales de la religión”, más afanados por enseñar esas doctrinas, de las que se hicieron expertos, que por vivirlas, como lamentaba Jesús de los mismos fariseos. Cuántos al frente de grupos religiosos son teóricos profesionales, que viven de la religión más que preocuparse por vivirla, creyendo que tienen a Dios en ese manojo de conceptos de catecismo, sin conciencia de que Dios excede con mucho a todo conocimiento y de que no podemos reducirlo a esos conceptos, ni mucho menos pretendernos dueños de la verdad, pues sólo podemos verla parcial y subjetivamente.
- Religiosidad literalista, de los integristas o fundamentalistas que se quedan en la ley, más que en la gracia, en la letra que mata, más que en el espíritu que da Vida. Toman la biblia o las doctrinas eclesiales al pie de la letra, sin criterio alguno de discernimiento. Llegan así a hacer interpretaciones inadecuadas, pues sacan textos sueltos del contexto, sin importarles si es AT o NT, sin criterios de interpretación ni apertura a posturas distintas. Se hacen rigoristas.
- Dios bombero. Así podemos llamar al dios de los que sólo se acuerdan de Él cuando están en apuros o con alguna necesidad. Sólo entonces piensan que Dios existe y recurren a Él. Cuando no hay problemas graves viven con total indiferencia a Dios, con autosuficiencia y totalmente al margen de Él.Es claro que son características que podemos encontrar muchas de ellas en una sola persona o grupo, pues algunas están correlacionadas o son aspectos muy similares, pues unos pueden estar implicados en otros. Pero una buena formación cristiana, a la luz de la Palabra de Dios y de la razón e inteligencia humana, puede librarnos de estos errores que tanto daño hicieron a la gente por siglos y tanto daño hacen aún hoy a personas de la Iglesia, siendo también un estorbo para la buena propagación del Evangelio y de la vida nueva en Cristo.Hay muchas alusiones aquí hechas a prácticas religiosas legítimas desde una fe bien entendida como hacer ayuno, peticiones a Dios, etc., pero eso mismo que puede hacerse correctamente y con auténtico sentido cristiano, puede también hacerse de modo erróneo y separarme más del plan de Dios en lugar de acercarme a Él.¿Hay alguna de estas características con la que te has sentido un poco reflejado?¿Has conocido a alguien que cometa algunos de estos errores? Piensa ejemplos. ¿Cuáles te parecen los errores más peligrosos o más comunes a evitar?¿Qué consecuencias pueden tener estas ideas distorsionadas de Dios?¿Qué te parece fundamental para vivir nuestra fe de modo adecuado?