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sábado, 8 de junio de 2019

NO PUEDE OPONERSE RELIGION Y CIENCIA


Sería tan absurdo como oponer peras y manzanas; simplemente son distintas áreas, que versan sobre distintas realidades. Ni la religión puede hablar de ciencia, si no es mediante la gente de ciencia, ni la ciencia puede hablar o definir algo sobre religión, pues una versa sobre lo visible y material, y otra sobre lo espiritual.

No se puede conocer la distancia con una balanza, del mismo modo que no se puede conocer lo espiritual con los métodos e instrumentos de la ciencia. Por ello sería absurdo oponer una a la otra. Vi en un meme decir que la ciencia acaba con enfermedades y la religión con ninguna. Por supuesto que la religión no está para descubrir solución a enfermedades, ni Jesús vino prometiendo tal cosa. Estas críticas absurdas a la religión suelen venir de quien no tiene ni idea de lo que se trata la religión; ni conocen lo que Dios reveló ni lo quieren conocer.
 

Critican a Dios y a la biblia los que nunca se han tomado la molestia de ir a clases de biblia, y no tienen la menor idea de como interpretarla, ni la conocen. Sería similar al atrevimiento de un analfabeto que critica a los doctores de como inyectan al paciente o como le abren el corazón para operarle, sin tener ni la menor idea de lo que hacen ni de lo que deben hacer.

Así muchos critican a Dios y a la iglesia sin conocerlos, sin saber nada de su identidad y de su cometido, sin escucharle ni conocerle. Es muy simple y claro: la ciencia tiene métodos para estudiar el mundo material, analizarlo y conocerlo. No puede conocer nada de lo espiritual, pues no es su campo, ni tiene herramientas para eso; cualquier pronunciamiento que haga la ciencia o en nombre de la misma sobre lo espiritual es irrelevante, inconsistente e irresponsable, pues no es su área de competencia; no tendría peso alguno, ni podría haber consenso de científicos sobre lo espiritual, pues no es medible ni comprobable con sus métodos, por lo que sería una simple opinión personal, de alguien, no como científico, sino como persona.

También hay muchos científicos creyentes en Dios, santos y con vida espiritual; de hecho, muchos curas y gente creyente fueron y son pioneros en áreas diversas de la ciencia, pues no están en absoluto peleadas ni pueden ser incompatibles.


Y así como la ciencia no puede opinar sobre lo religioso o espiritual, tampoco en nombre de Dios puede opinarse sobre ciencia, ni pretender que por la espiritualidad de alguien van a darse adelantos científicos de algún tipo. No, no trata de eso la espiritualidad. La espiritualidad es para vivir en santidad, no para conocer el mundo material ni para erradicar enfermedades incurables. Lógico que muchos hombes espirituales y santos pueden lograr adelantos científicos y logros en este campo, pero no por su fe y religión, sino por su estudio científico.

Obviamente que la espiritualidad saca lo mejor de los seres humanos, y tiene influencia constatable en la salud y bienestar, en la felicidad de los creyentes. También ha tenido como efecto hacer posible la convivencia pacífica que hizo posible la civilización y cultura occidental. Gracias al cristianismo surgieron universidades, hospitales, orfanatos, hospicios y ancianatos, etc., se hizo posible la investigación y el progreso de la medicina y de las ciencias. Pero no porque sea uno religioso puede conocer más el mundo material; es totalmente independiente.


El hombre tiene la dimensión racional, capacidad científica, investigativa para conocer el mundo y mejorarlo, así como también tiene su dimensión espiritual para conocer, amar y servir a Dios, para recibir la revelación divina y los dones espirituales de Dios. El mismo hombre tiene ambas dimensiones, así como tiene las emociones, los apetitos, instintos, inteligencia, voluntad, etc. conviven todas en el mismo ser humano y no se puede nunca pensar que una es incompatible con la otra dimensión.

Pensar que la capacidad investigativa y científica es incompatible con la dimensión espiritual y religiosa, sería tan absurdo como pensar que las emociones de una persona son incompatibles con sus conocimientos. Ambos conviven en el mismo ser, que desde que existe como pensante, está demostrado que es religioso, por miles de años y en todas las culturas. Si no cree en una cosa creerá en otra, pero es religioso. Unos prefieren creer en los horóscopos, o en las cartas, en los chamanes o gurús, o en la nada como creadora de todo, por el rechazo visceral del Dios que se reveló en Cristo. Pero todos tienen esa dimensión creyente.

1 corintios 2,14. Pero el hombre natural no percibe ni puede captar las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.


Las famosas y absurdas contraposiciones que hacen algunos entre el relato de la creación del Genesis y las teorías de la evolución han sido repetidamente desmentidas por teólogos e incluso por papas, como el mismo Benedicto XVI. No hay tal contraposición, pues la biblia no trata nunca del mundo material, sino de verdades y realidades espirituales. No podemos ir a la biblia a buscar recetas para la salud, ni remedios del mundo material, fuera de lo que esta implicado en el alma humana, en su espiritualidad y moralidad, la verdad espiritual de su ser.

El relato del Genesis es muy posterior en la historia de la revelación divina y trasmite verdades espirituales en el lenguaje gráfico propio de los judíos; para trasmitirlas con relatos visuales, claros, ejemplares, tipo parábola. No se trata de creer que así sucedió literalmente, sino de extraer los mensajes veraces y reales que se encierran en ese tipo de lenguaje.


No vamos a la biblia a buscar clases de historia, para ello hay historiadores y científicos. Tampoco buscamos en la biblia biografías. Los autores inspirados por el Espíritu son teólogos, hombres de fe, de Dios, enfocados a plasmar lo que quiere decir el Espíritu por medio de ellos, no son biógrafos ni historiadores, ni están interesados en los detalles o curiosidades humanas, sino tan solo en lo que era significativo espiritualmente hablando. De ahí que sea común encontrar relatos que se contradicen, o se repiten, o se expresan de modos diversos, para darnos diferentes facetas de la realidad y de la verdad espiritual.

De cómo se originó el mundo lo sabremos si llegamos a la vida eterna con Dios, pues todo lo que los hombres de ciencia e historiadores pueden hacer es especular y teorizar al respecto; nunca podrán saberlo a ciencia cierta, ya que hablamos de hace miles de años, mucho antes de existir la escritura. Hay científicos con diversas teorías, y es cuestión de inclinación, gusto o fe, el creer unas u otras. Tampoco vamos a buscar saber sobre eso en la biblia ni ella nos va a resolver ese tipo de cuestiones de la curiosidad humana. La biblia trasmite verdades de fe, es lo único que debemos buscar en ella, y no de conocimiento del mundo material sobre el que versa la capacidad investigativa y científica que Dios nos ha dado. En la biblia buscaremos solo lo que Dios quiso revelar de sí mismo y de nuestra propia dignidad, vocación y misión.