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jueves, 10 de julio de 2014

DÓCILES AL ESPÍRITU


Dóciles al Espíritu Santo

Nuestro Señor Jesús lo quiere: es preciso seguirle de cerca. No hay otro camino. Esta es la obra del Espíritu Santo en cada alma –en la tuya–, y has de ser dócil, para no poner obstáculos a tu Dios.

Para concretar, aunque sea de una manera muy general, un estilo de vida que nos impulse a tratar al Espíritu Santo ‑y, con El, al Padre y al Hijo‑ y a tener familiaridad con el Paráclito, podemos fijarnos en tres realidades fundamentales: docilidad ‑repito‑, vida de oración, unión con la Cruz.

Docilidad, en primer lugar, porque el Espíritu Santo es quien, con sus inspiraciones, va dando tono sobrenatural a nuestros pensamientos, deseos y obras. El es quien nos empuja a adherirnos a la doctrina de Cristo y a asimilarla con profundidad, quien nos da luz para tomar conciencia de nuestra vocación personal y fuerza para realizar todo lo que Dios espera. Si somos dóciles al Espíritu Santo, la imagen de Cristo se irá formando cada vez más en nosotros e iremos así acercándonos cada día más a Dios Padre. Los que son llevados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
ESPÍRITU SANTO NOS CONFIGURA CON CRISTO
 

La Santa Misa nos sitúa de ese modo ante los misterios primordiales de la fe, porque es la donación misma de la Trinidad a la Iglesia. Así se entiende que la Misa sea el centro y la raíz de la vida espiritual del cristiano. Es el fin de todos los sacramentos. En la Misa se encamina hacia su plenitud la vida de la gracia, que fue depositada en nosotros por el Bautismo, y que crece, fortalecida por la Confirmación. Cuando participamos de la Eucaristía, escribe San Cirilo de Jerusalén, experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede en el Bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús.
La efusión del Espíritu Santo, al cristificarnos, nos lleva a que nos reconozcamos hijos de Dios. El Paráclito, que es caridad, nos enseña a fundir con esa virtud toda nuestra vida; y consummati in unum, hechos una sola cosa con Cristo, podemos ser entre los hombres lo que San Agustín afirma de la Eucaristía: signo de unidad, vínculo del Amor. (Es Cristo que pasa, 87)
La venida solemne del Espíritu
Tres puntos importantísimos para arrastrar las almas al Señor: que te olvides de ti, y pienses sólo en la gloria de tu Padre Dios; que sometas filialmente tu voluntad a la Voluntad del Cielo, como te enseñó Jesucristo; que secundes dócilmente las luces del Espíritu Santo (Surco, 793).
La venida solemne del Espíritu en el día de Pentecostés no fue un suceso aislado. Apenas hay una página de los Hechos de los Apóstoles en la que no se nos hable de Él y de la acción por la que guía, dirige y anima la vida y las obras de la primitiva comunidad cristiana (...)

La fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. El Espíritu Santo continúa asistiendo a la Iglesia de Cristo, para que sea –siempre y en todo– signo levantado ante las naciones, que anuncia a la humanidad la benevolencia y el amor de Dios (Cfr. Is XI, 12.). Por grandes que sean nuestras limitaciones, los hombres podemos mirar con confianza a los cielos y sentirnos llenos de alegría: Dios nos ama y nos libra de nuestros pecados. La presencia y la acción del Espíritu Santo en la Iglesia son la prenda y la anticipación de la felicidad eterna, de esa alegría y de esa paz que Dios nos depara (...).
La tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el Espíritu Santo en un solo concepto: docilidad. Ser sensibles a lo que el Espíritu divino promueve a nuestro alrededor y en nosotros mismos: a los carismas que distribuye, a los movimientos e instituciones que suscita, a los afectos y decisiones que hace nacer en nuestro corazón. El Espíritu Santo realiza en el mundo las obras de Dios: es –como dice el himno litúrgico– dador de las gracias, luz de los corazones, huésped del alma, descanso en el trabajo, consuelo en el llanto. Sin su ayuda nada hay en el hombre que sea inocente y valioso, pues es El quien lava lo manchado, quien cura lo enfermo, quien enciende lo que está frío, quien endereza lo extraviado, quien conduce a los hombres hacia el puerto de la salvación y del gozo eterno (De la secuencia Veni Sancte Spiritus, de la misa de Pentecostés). (Es Cristo que Pasa, nn. 127-130)

Ven, Santificador Omnipotente
¡Sé alma de Eucaristía! -Si el centro de tus pensamientos y esperanzas está en el Sagrario, hijo, ¡qué abundantes los frutos de santidad y de apostolado! (Forja, 835)
Hablaba de corriente trinitaria de amor por los hombres. Y ¿Dónde advertirla mejor que en la Misa? La Trinidad entera actúa en el santo sacrificio del altar.
 

miércoles, 9 de abril de 2014

CUIDADO CON EL ENEMIGO



Su influencia está al acecho, como león rugiente. Siempre queriéndote, perturbar, perjudicar, sacar del camino de tu bien, de la vida.

Único modo de librarnos de su mala influencia: dejarnos guiar por el Espíritu, por Jesús buen pastor, por Dios. De no ser así estamos entregados a ser títeres del enemigo, dejándonos llevar o influir por cualquier pensamiento, por absurdo o erróneo que sea.

Por ello hay que tener sumo cuidado de lo que creemos. Tenemos la tendencia o mala costumbre de creer demasiado en nosotros mismos, así dejamos entrar demasiado fácilmente la cizaña del enemigo, con consecuencias catastróficas.

De ahí que digamos: el que no cojea de un pie, cojea de otro. ¿Dónde está el hombre íntegro, de Dios? ¿Cómo encontrarlo si no hay quien se deje guiar por el Espíritu y por Jesús?

Apártate de mí satanás, porque piensas como los hombres y no como Dios.

HEMOS DE PENSAR COMO DIOS, tenemos la mente de Cristo. A nuestro alcance está el Reino de Dios, la guía del Espíritu, y con qué facilidad nos lo perdemos, por dejar entrar la tiniebla, por aceptar como válido y verdadero a cualquier pensamiento que nos llega a la cabeza, con toda facilidad, sin criterio de discernimiento para reconocer la cizaña, ni saber rechazarla.



Igualmente vemos el mundo, llevado por el enemigo con gran facilidad: como el instinto humano que es impulso y fuerza ciega, sin razones a seguir ni objetivos a lograr. Simplemente impulsados por el instinto se eligen presidentes inadecuados, se pone en el pedestal a ídolos falsos, llevados por lo físico. Así también se escoge a la pareja, se toman decisiones,… más llevados por el instinto que por el Espíritu de sabiduría y discernimiento, ni siquiera razones que deberían distinguirnos de los animales.

Muchos sufren perturbaciones en su mente y en su espíritu, simplemente por dar entrada a sus propios pensamientos absurdos, alocados, y tomarlos como la voz, la luz, la guía.

El problema no es que nos lleguen esos pensamientos absurdos; toda la basura y maldad podría pasar por nuestra cabeza sin hacernos daño alguno. El problema es recibirlos como válidos y verdaderos. HAY QUE APRENDER A SELECCIONAR EL TRIGO Y A RECHAZAR LA CIZAÑA.

Lo que no edifica no es bienvenido. No fiarse de sí mismo, pues ese sí mismo no es el hombre nuevo, sino el desorden egoísta, el impulsado e influido por el mundo y por el enemigo, que fomenta el mal, pues lo prefiere al bien. Prefirió las tinieblas a la luz. Las malas palabras a las buenas,…

Aprende a no fiarte de ti mismo, del hombre viejo, de cualquier voz. Discierne, y aprende a escuchar y obedecer la voz de Dios que también está en ti.

Prov 28,26. El que se fía de sí mismo es un necio.


viernes, 14 de marzo de 2014

EL DIABLO NUBLA LAS MENTES

Si, de muchas maneras nos aleja de la luz de la verdad, pues es el enemigo de Dios, de la luz, de la vida, de la salvación.
Errores graves de nuestro tiempo son incontables entre ellos citaré algunos:
-      No importa lo que es verdad o mentira. El relativismo y subjetivismo avalado socialmente con la frecuente complicidad al hombre viejo, al que siempre se le quiere dar por su lado. Prevalece sobre la verdad o sobre lo auténtico, lo que te haga sentir bien, por falso, hueco y pasajero que sea.
-      El sentir sobre el saber, sobre la verdad, sobre la razón. Sólo importa el sentimiento, cómo te sientes, y así el sentirse bien se convierte en el falso ideal de muchos, como el ídolo que marca su hoja de ruta permanentemente. Sólo se quiere sentir bien, a costa de lo que sea: de la salud, de romper corazones, de defraudar, robar, mentir,… buscando egoístamente sólo el propio bienestar.
-      No importa el sentido de la vida, ni de lo que hacemos. Parece que se admitió como válido el sobrevivir, en la superficialidad del sobrevivir, sin importar las razones, ni la finalidad de la vida. Se resigna a no tener otro sentido en la vida más que el sentirse bien en todo momento. Ante esto no se sabe vivir nada con razones ni sentido, se vive en el sinsentido para el trabajo, para la enfermedad, ni mucho menos para la muerte.
-      Pero el enemigo anestesia un poco las conciencias con la mentira y el engaño de que hay vida después de la muerte, de que el muerto está en mejor vida, de que todos estaremos mejor después de esta etapa, sin un Dios, sin un camino, vivas como vivas. Se sigue idolatrando al ego, para el que se quiere bienestar permanente.
-      El hombre se endiosa, tomando sus decisiones solo, como si él fuera Dios. Siempre al margen de Dios y desde su propio capricho y criterio, por subjetivo y torpe que sea, pero no quiere que nadie más decida. Se fía de sí mismo al 100%, como si fuera dios mismo. Queriendo que se haga siempre su caprichosa voluntad.

-      Engañados socialmente: te hacen sufrir por absurdos, como que pierda tu equipo, como si fueras tu quien realmente perdió. Identificado con esa superficialidad de vida creada por el mundo del instante, pues cambia constantemente la moda, estará preocupado por aparentar así o asá, hablar así o asá, vestir de uno u otro modo, ir a tales lugares, gastar dinero en …  todo lo in, aunque eso caduque en dos días y lo “in” pase a ser otra cosa. Se vive en la superficialidad total, y muchos viven identificados en ese mundo artificial creado por el hombre superficial.



-      Sufriendo mucho por el cáncer, que le reduce unos años de vida. Pero me pregunto, ¿de qué le serviría unos años de vida? ¿Para vivir lo mismo que lleva viviendo 20 o 30 años? ¿Para sobrevivir y satisfacer sus instintos 10 años más? ¿A quién beneficiaría si viviera más? ¿Está aferrada a esta vida para qué? (de la película: un pedacito de cielo). Introyectó paradigmas sociales ridículos y sin sentido, por los que se hace la víctima, sufre y llora, echando de menos unos años más de superficialidad y egocentrismo, en lugar de buscar y añorar el sentido para vivir, y conocer al Dios que se reveló para salvarnos. Pero en la película como es usual pone la muerte como paso a la vida feliz, pero sin Dios. Y deja a sus familiares celebrando su muerte, como su fuera una gran fiesta: el diablo inculca por películas y otros medios, todos los antivalores que puede, lo que destruye, lo que lleva al hombre a la muerte y condenación, homosexualidad, equiparara a la hetero, la droga y delincuencia normalizada y aceptada como buena, el aborto como alternativa normal a la lógica humana, como si esta fuera la verdadera referencia a seguir, desde el propio endiosamiento del ego carnal, y sin idea de su verdadera identidad espiritual.


-      Idealización del propio bienestar egoístamente, de ahí que se quiera alejar uno de todo el que ose molestarle, de todo el que le haga salir de sí mismo, en definitiva de toda el que obstaculice el cumplimiento de la propia expectativa y voluntad. De ahí que abunden los divorcios, las rupturas y hasta violencia intrafamiliar, muertes, pleitos y lágrimas sin parar, por la propia incapacidad del ego para vencerse y dominarse a sí mismo. De ahí que cada vez sean más los que quedan solteros y solteras, prefiriendo convivir con alguna mascota, que no puede incomodar ni defraudar las propias expectativas y deseos como suelen las personas.

jueves, 6 de febrero de 2014

LA INCREENCIA SE DECIDE 1


 LO NARURAL ES LA FE.

La religión católica no es

  • Filosofía
  • Ideología
  • Moral ni ética
  • Humanismo
  • Superstición
  • Sentimiento
  • Ni siquiera religiosidad

Es una vida nueva. Dada por un encuentro con Cristo. Es una experiencia de Dios que transforma la vida y los valores, como a Pablo: cambia el sentido. Por ello es más un saber que un sentir. Es un conocimiento de Dios. Experiencia que nos da hoy el Espíritu Santo. Por ello dice Hch 1,8 que al recibir el Espíritu seremos testigos suyos, por la experiencia que tendremos.

Pero para tener esa experiencia hemos de abrirle una rendijita en nuestra agenda, en nuestro tiempo, en nuestra mente y corazón. Nadie disfruta de un concierto si no saca tiempo y voluntad para ir a verlo. No se puede llegar a un destino si no se busca ni se ponen los medios para llegar. No se encuentra si no hay interés.

Y lamentablemente el interés del mundo pagano –en que vivimos del que recibimos influencia y contagio- es tan negativo contra la religión que sin conocerla la descartamos y buscamos pretextos y excusas para rechazarla e ignorarla, con 4 etiquetas falsas que, lejos de acercarnos, nos alejan del conocimiento, pues son prejuicios irracionales inculcados por un mundo pagano e ignorante al que decidimos creer más que a Dios.

Partimos de aquí. Queremos abrir esta rendijita en nuestro tiempo para conocerle, aunque no nos precipitemos. A una persona no se le conoce en un rato, y si cree uno conocerle se engaña y equivoca. No te casarías con ella tan rápido, pues te quedan muchas sorpresas que recibir de esa persona. Si esto sucede con cualquier persona, cuanto más con Dios, que superará siempre nuestro conocimiento. Nos acercamos a Él poco a poco, y más le conoceremos cuanto más tiempo le demos y profundicemos. Pero para eso hace falta una cosa fundamental: QUERER. Si no quieres no le escuchas, y él no podrá entrar en tu vida si tu no le abres un tiempo en tu agenda de cada día.

Reconozcamos que sería una actitud irresponsable e irracional desechar esta cuestión de Dios de modo simplista, y en realidad sin bases ni razones verdaderas:

  • Son miles de millones las personas que en toda la historia aseguran encontrar vida en su fe.
  • La cuestión de Dios tiene que ver con sentido para vivir, con vida eterna, con las preguntas fundamentales que siempre se hace el ser humano pensante: quien soy, de dónde vengo, para dónde voy.
  • Es natural creer en Dios, como vemos desde que nacemos, desde niños, nos es natural creer. La incredulidad es algo que se puede adquirir después como algo postizo, artificial, sobre todo en una cultura pagana que ha querido propagar el ateísmo deliberadamente, a pesar de darse cuenta de las consecuencias desastrosas y caóticas que esto tiene, como vemos en la actualidad: el aumento vertiginoso de criminalidad, de crisis por el vacío esencial del hombre que deja de lado lo ético, de muertes, de inmoralidad de todo tipo… que atenta contra la humanidad, por lo que aumentan las locuras, suicidios, psiquiátricos, cárceles, rupturas familiares, etc.
  • GS 19 “Muchos, rebasando indebidamente los límites de las ciencias positivas, pretenden explicarlo todo sobre esta base puramente científica y rechazan toda verdad absoluta”. Pseudo científica, pues rebasaron sus límites: y en realidad no pueden demostrar nada de lo espiritual, pues es un terreno que ignoran por completo y sería irresponsable hablar de él, como lo sería para un iletrado hablar de ciencia.
  • En realidad muchas veces lo que rechazan es el concepto falso de Dios que tienen o imaginan, que nada tiene que ver con el Dios del evangelio, revelado por Cristo. También puede provenir esa postura atea, del desconocimiento de Dios, por enseñanzas o ejemplos inadecuados, o por enseñanza nula. También del rechazo del mal, de no tener respuestas a ciertos cuestionamientos sobre el mal. Otras veces simplemente arrastrados por la corriente de turno, que varía en cada época y lugar, pero que impone sus paradigmas a la multitud, y con más facilidad actualmente por los medios de comunicación; por ellos se da rápidamente la construcción social del conocimiento con frecuencia desafortunada, como es el caso de estas modas ateas y antivalores humanos, en las que nos empecinamos aun viendo las lamentables consecuencias.
  • Efectivamente muchos optan por el ateísmo simplemente arrastrados por la masa, por la moda o mentalidad de turno en el contexto en que viven. No está bien visto. La religión es hoy contracultural, es el modo de ir contra corriente, de no ser oveja arrastrada por fuerzas ciegas del ego humano, pues prefiere creer en Dios.
  • Otras veces procede el ateísmo de la intromisión de otras creencias que sustituyen la fe verdadera: otorgando carácter de absoluto a otros ideales meramente humanos, a otras aficiones como el futbol o el dinero que actúan como sucedáneo de Dios; cuando no a otras creencias supersticiosas más irracionales que cualquier religión, ídolos, pseudo espiritualidades,... En efecto, el apego a todo lo de este mundo, a lo material y visible, nubla la visión espiritual para lo trascendente, y dificulta así la apertura a Dios.
  • GS 19 &3- “Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia de modo culpable. Sin embargo también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo no es un fenómeno originario, sino derivado de varias causas. Puede tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado en vez de revelar el genuino rostro de Dios y de la fe verdadera”.
     
  • Sería absurdo, ingenuo e infantil pretender demostrar con instrumentos materiales lo que es espiritual. Tan ridículo como pretender medir la distancia  con una báscula, el peso con una cinta métrica. La ciencia se ocupa sólo de lo material, no de lo espiritual, por lo que nunca podrá demostrar ni que Dios existe ni que no, pues no es su área, ni lo corresponde ni puede ni sabe de eso.
  • Como no podemos ver el oxígeno, y sin embargo si no hubiera no estaríamos vivos. No podemos ver las ondas visuales que pasan por acá, ni sentimos las ondas sonoras. Pero un receptor de radio nos permitiría constatar que aquí están pasando aunque no las percibamos. ¡Cuántas cosas que no percibimos! La mayor parte en realidad. Es siempre más lo que ignoramos que lo que sabemos. Por ello dijo el sabio Sócrates: daría todo lo que sé por saber la mitad de lo que no sé.
  • No puedes ver la gravedad y existe, pues sin ella saldríamos despedidos a gran velocidad. Ella nos mantiene pegados a la tierra. No percibes que la tierra gire, pero está girando a 30 km por minuto y 30 por segundo en traslación alrededor del sol.
  • No sabemos casi nada ni del hoy, menos del mañana, pero nos empecinamos en vivir endiosándonos como si supiéramos todo. Preferimos fiarnos y aferrarnos a nuestro pobre y distorsionado conocimiento subjetivo. Preferimos la comodidad del inmovilismo al que nos lleva la creencia del “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Lo nuevo no lo dominamos y por ello tendemos a rechazarlo; eso es más fácil y cómodo que reconocer que estaba equivocado y darme a la tarea de buscar y conocer. Pero rectificar es de sabios. Máxime en algo tan sumamente importante como esta cuestión, en la que va la propia salvación eterna y la de muchos.
  • Podemos asemejarnos a la pulga que está sobre un perro cuestionándose si existirá el perro. Pues en Él nos movemos, existimos y somos (Hch 17,28).
  • O también podemos parecernos a la rana que nació en el fondo de un pozo profundo, y cree que el cielo es sólamente el circulito que ve a lo alto y que el mundo es sólo el agujero en que habita, pues no conoce más. Así también nosotros, creyendo que lo que conocemos es todo lo que hay, y sin abrirnos a tanto que ignoramos, pero ni lo buscamos ni nos interesamos pese a la suma importancia que tiene. Preferimos seguir ignorando, en la comodidad de lo conocido, haciendo oídos sordos a Dios y a nuestra alma, que tal vez ya quedó sorda de tanto hacerse la sorda.
  • Preferimos creer que la realidad es el 0.1 % que conocemos de ella, pues es incómodo concebirnos tan desconocedores, nos da inseguridad e incluso ansiedad. No convivimos fácilmente con la incertidumbre, pero el mundo intelectual postmoderno se abre a esta verdad del multiverso, del abismo de la ignorancia humana, y se ríe de las creencias de la modernidad, de los que creen ser “expertos” y saber todo. Recuerda las dos películas documentales “¿Y tú qué sabes?”.

LA INCREENCIA SE DECIDE 2


LA INCREENCIA SE DECIDE, LO NARURAL ES LA FE.



...
  • En efecto la propia limitación humana y subjetividad nos encierra en nuestro limitadísimo y parcial conocimiento. La corriente eléctrica no se puede ver, pero puede estar: no te atreverías a poner los dedos en el cable, aunque no veas la corriente, y tal vez no esté. Si bien no se puede ver, existe. Y podríamos saberlo por los efectos: pon los dedos y verás. O enciendo la luz, conecta una plancha, o algo.
     
  • Así también es Dios. No se puede ver, como dice la Biblia desde el AT, y también Jesús dijo que nadie lo ha visto nunca, pero Él nos lo dio a conocer. Y podemos percibirlo por sus efectos: en miles de santos, en la historia de la revelación y de la iglesia, en millones de personas que aseguran experimentarlo y tener vida, gozo y paz por El, en el milagro actual y constante de la vida, de tu poder existir, saber, pensar, conocer,… En los colores y tipos de flores y pájaros, en toda la creación divina (literalmente) pues nos remite al autor. Sería más crédulo e irracional pensar que todo es producto del acaso que producto del acto sabio, inteligente y creador de Dios. Tan absurdo como pensar que aventando papelitos con palabras al aire se fueran a acomodar formando frases con sentido ellas solas.
  • Ese Dios creador de nosotros y de la creación, el que nos dio a nosotros el don de la inteligencia y del lenguaje, para relacionarnos con Él y con los demás, se reveló a sí mismo durante 10 siglos, dando origen a un pueblo en el que se fue revelando en la medida que el pueblo desde sus concepciones podía percibir, y fue manifestando por medio de hombres ese plan amoroso de Dios y de su voluntad para con nosotros, de salvarnos y darnos vida eterna por medio de Cristo. Y la tenemos en él. De nada me serviría tener en la casa del frente al mejor médico del mundo si no salgo a su encuentro para ser curado. Seguiría con mi enfermedad en mi ignorancia, por no abrirme a él. Y así quedamos si no salimos al encuentro de Cristo, que vino a llamarnos y a buscarnos y a darnos su conocimiento y nosotros seguimos ignorándolo y haciendo oídos sordos.
  • En efecto la ignorancia humana se dejó embelesar por lo material, por las cosas posibles con los minerales de la creación y con nuestra inteligencia. Endiosamos lo material y lo que con la ciencia y conocimientos de lo terreno podemos hacer. Tenemos suficiente entretenimiento con los juguetitos que estamos logrando inventar y los convertimos en nuestros ídolos. Tal cual hace 30 siglos dejaban al Dios que ser reveló a Abraham y a Moisés por el becerro de oro que ellos mismos lograron fabricar con sus propios medios y conocimientos. Preferimos jugar a ser dioses, a creernos poderosos, sabelotodo, a tener todo bajo nuestro control incluso los dioses falsos que queremos crear, para no tener que someternos a nadie, ni a Dios, y buscar la satisfacción humana y pasajera que da un logro humano, un aplauso, una creación nuestra. Pobre paga comparada con la que Dios quisiera darnos, pero nos negamos a recibir, porque le sacamos de nuestra vida, cambiandole a Él, manantial de agua viva, para hacernos cisternas agrietadas que no retienen el agua, que no pueden saciar nuestra sed (Jer 2,13).
  • La ciencia, ese ídolo o falso dios de la actualidad versa sólo sobre lo material y visible, y por ende ignora lo más importante, lo esencial que es invisible a los ojos. No sabe de dignidad humana, ni siquiera de ética, como queda bien claro en la actualidad donde vemos al hombre enloquecido haciendo todo lo que es posible, sin importar ética alguna: para abortar, matar viejitos, seleccionar embriones y destruir otros, clonar, robar, asesinar, delinquir, en delincuencia organizada, en gobiernos, en bancos, la crisis económica no tiene otra causa sino esa deshumanización a la que conduce el sacar a Dios de su vida.
  • No sabe ni de dónde viene ni para donde va, vive sus 4 días en la tierra sin querer algo que no puede dominar, por eso rechaza a Dios. Sólo quiere lo que pueda dominar para estar por encima: su propia creación, lo material, lo visible. Pero no quiere saber de lo espiritual, de la trascendencia, de lo eterno, de Dios. Se resigna a tener su horizonte en la tumba, a ser un animal de otra especie, sin más derechos que los demás animales.
  • O se prefiere engañar pensando que hay eternidad sin Dios, como hace la nueva era y tantos libros de esa corriente, de autoayuda, que tranquilizan al hombre ante eso que le es incierto, prefiriendo esa creencia inventada recientemente e irracional de una eternidad sin Dios, que la revelada de que tenemos la eternidad por la fe en Cristo que es Dios revelándose a nosotros y mostrándonos el camino de la vida eterna. Prefiere creer lo que quiere, inventando nuevas creencias de auto redención, de que es dios, de panteísmo, de neo gnosticismo, etc… pues son incontables las idolatrías y pseudo religiones nuevas que surgen creadas por el hombre tal como en otro tiempo hizo cada cultura: los hindúes, los aztecas, mayas etc… muestra de la esencia religiosa que hay en el hombre, aunque no quiera. Y dejando la verdadera fe, la que Dios mismo revela, prefiere seguir construyendo sus ídolos y becerros de oro, más inverosímiles que la fe cristiana.
  • Todo esto, la nueva era, tantas creencias surgidas recientemente, esoterismos, filosofías, pero incluso la misma ciencia, tenida -al igual que el dinero y otros- como nuevo ídolo en el que se cree y del que se espera todo, son creencias más irracionales e inverosímiles que la postura religiosa cristiana; pues es decidir creer en algo más difícil de creer, más irracional e inverosímil, más arbitrario, subjetivo y sin fundamento, más llevado por lo pasional y visceral que por la razón e inteligencia. Son desafortunadas creencias o pseudo religiones que pretenden sustituir la verdadera fe, pero que nunca darán lo que sólo ésta puede dar.
  • Y es que el hombre gusta de endiosarse a sí mismo, de creerse todopoderoso, como vemos en la metáfora de Adán y Eva, donde se pone de manifiesto que el ser humano prefiere fiarse de sí mismo que de Dios, lo que es clara terquedad infantil, atrevimiento de la ignorancia humana, que siendo creatura recién nacida y fundamentalmente desconocedora de todo, prefiere fiarse de sí más que de Dios, y pudiendo comer de toda la creación, desobedeció a Dios comiendo del único árbol que Dios le dijo que no comiera, para que hiciera buen uso del libre albedrío que Dios le dio, confiando libre y voluntariamente en Dios. Esa misma historia vemos que ser repite por toda la biblia, desde el AT hasta el NT, y en estos 20 siglos de historia, hasta el día de hoy. El hombre tiende a ser rebelde, terco y obstinado. Y Dios buscándonos y suplicándonos para hacernos el bien, para liberarnos y darnos vida, mientras nosotros lo rechazamos y huimos. “Era para ellos como el padre que se inclina hacia su hijo y le enseña a caminar, pero cuanto más los buscaba más se alejaban de mí” (Os 11)


lunes, 6 de enero de 2014

LOS LAICOS EN CÓDIGO DERECHO CANÓNICO DE LA IGLESIA


SUS DERECHOS Y OBLIGACIONES

can. 215

Los fieles tienen la facultad y el derecho de fundar y dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad o para fomentar la vocación cristiana en el mundo; y también a reunirse para conseguir en común esos mismos fines.

 

can. 216

Todos los fieles, puesto que participan en la misión de la Iglesia, tienen derecho a promover y sostener la acción apostólica también con sus propias iniciativas, cada uno según su estado y condición; pero ninguna iniciativa se atribuya el nombre de católica sin contar con el consentimiento de la autoridad eclesiástica competente.

can. 217

Los fieles, puesto que están llamados por el bautismo a llevar una vida congruente con la doctrina evangélica, tienen derecho a una educación cristiana por la que se les instruya convenientemente en orden a conseguir la madurez de la persona humana y al mismo tiempo conocer y vivir el misterio de la salvación.

 225

§1

  Puesto que, en virtud del bautismo y de la confirmación, los laicos, como todos los demás fieles, están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación general, y gozan del derecho, tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo; obligación que les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.

§ 2

  Tienen también el deber peculiar, cada uno según su propia condición, de impregnar y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico, y dar así testimonio de Cristo, especialmente en la realización de esas mismas cosas temporales y en el ejercicio de las tareas seculares.

 

can. 226

§1

  Quienes, según su propia vocación, viven en el estado matrimonia l tienen el peculiar deber de trabajar en la edificación del pueblo de Dios a través del matrimonio y de la familia.

§ 2

  Por haber transmitido la vida a sus hijos, los padres tienen el gravísimo deber y el derecho de educarles; por tanto, corresponde a los padres cristianos en primer lugar procurar la educación cristiana de sus hijos según la doctrina enseñada por la Iglesia.

 

can. 229

§1

  Para que puedan vivir según la doctrina cristiana, proclamarla, defenderla cuando sea necesario y ejercer la parte que les corresponde en el apostolado, los laicos tienen el deber y el derecho de adquirir conocimiento de esa doctrina, de acuerdo con la capacidad y condición de cada uno.

 

§ 2

  Tienen también el derecho a adquirir el conocimiento más profundo de las ciencias sagradas que se imparte en las universidades o facultades eclesiásticas o en los institutos de ciencias religiosas, asistiendo a sus clases y obteniendo grados académicos.

 

§ 3

  Ateniéndose a las prescripciones establecidas sobre la idoneidad necesaria, también tienen capacidad de recibir de la legítima autoridad eclesiástica mandato de enseñar ciencias sagrada.

can. 231

§1

  Los laicos que de modo permanente o temporal se dedican a un servicio especial de la Iglesia tienen el deber de adquirir la formación conveniente que se requiere para desempeñar bien su función, y para ejercerla con conciencia, generosidad y diligencia.

 

§ 2

  Manteniéndose lo que prescribe el can. 230,§ 1, tienen derecho a una conveniente retribución que responda a su condición, y con la cual puedan proveer decentemente a sus propias necesidades y a las de su familia, de acuerdo también con las prescripciones del derecho civil; y tienen también derecho a que se provea debidamente a su previsión y seguridad social y a la llamada asistencia sanitaria.

can. 233

§1

  Incumbe a toda la comunidad cristiana el deber de fomentar las vocaciones para que se provea suficientemente a las necesidades del ministerio sagrado en la Iglesia entera; especialmente, este deber obliga a las familias cristianas, a los educadores y

  de manera peculiar a los sacerdotes, sobre todo a los párrocos. Los Obispos diocesanos, a quienes corresponde en grado sumo cuidar de que se promuevan vocaciones, instruyan al pueblo que les está encomendado sobre la grandeza del ministerio sagrado y la necesidad de ministros en la Iglesia, promuevan y sostengan iniciativas para fomentar las vocaciones, sobre todo por medio de las obras que ya existen con esta finalidad.

 

§ 2

  Tengan además especial interés los sacerdotes, y más concretamente los Obispos diocesanos, en que se ayude con prudencia, de palabra y de obra, y se prepare convenientemente a aquellos varones de edad madura que se sienten llamados a los sagrados ministerios.