LO NARURAL ES LA FE.
La
religión católica no es
- Filosofía
- Ideología
- Moral ni ética
- Humanismo
- Superstición
- Sentimiento
- Ni siquiera religiosidad
Es una
vida nueva. Dada por un encuentro con Cristo. Es una experiencia de Dios que transforma
la vida y los valores, como a Pablo: cambia el sentido. Por ello es más un
saber que un sentir. Es un conocimiento de Dios. Experiencia que nos da hoy el
Espíritu Santo. Por ello dice Hch 1,8 que al recibir el Espíritu seremos
testigos suyos, por la experiencia que tendremos.
Pero para tener esa experiencia hemos de abrirle
una rendijita en nuestra agenda, en nuestro tiempo, en nuestra mente y corazón. Nadie disfruta de un
concierto si no saca tiempo y voluntad para ir a verlo. No se puede llegar a un
destino si no se busca ni se ponen los medios para llegar. No se encuentra si
no hay interés.
Y
lamentablemente el interés del mundo pagano –en que vivimos del que recibimos
influencia y contagio- es tan negativo contra la religión que sin conocerla la descartamos y buscamos
pretextos y excusas para rechazarla e ignorarla, con 4 etiquetas falsas que,
lejos de acercarnos, nos alejan del conocimiento, pues son prejuicios
irracionales inculcados por un mundo pagano e ignorante al que decidimos creer
más que a Dios.
Partimos
de aquí. Queremos abrir esta rendijita en nuestro tiempo para conocerle, aunque
no nos precipitemos. A una persona no se le conoce en un rato, y si cree uno
conocerle se engaña y equivoca. No te casarías con ella tan rápido, pues te quedan
muchas sorpresas que recibir de esa persona. Si esto sucede con cualquier
persona, cuanto más con Dios, que superará siempre nuestro conocimiento. Nos
acercamos a Él poco a poco, y más le conoceremos cuanto más tiempo le demos y
profundicemos. Pero para eso hace falta una cosa fundamental: QUERER. Si no
quieres no le escuchas, y él no podrá entrar en tu vida si tu no le abres un
tiempo en tu agenda de cada día.
Reconozcamos
que sería una actitud irresponsable e irracional desechar esta cuestión de Dios
de modo simplista, y en realidad sin bases ni razones verdaderas:
- Son miles de millones las personas que en toda la historia aseguran encontrar vida en su fe.
- La cuestión de Dios tiene que ver con sentido para vivir, con vida eterna, con las preguntas fundamentales que siempre se hace el ser humano pensante: quien soy, de dónde vengo, para dónde voy.
- Es natural creer en Dios, como vemos desde que nacemos, desde niños, nos es natural creer. La incredulidad es algo que se puede adquirir después como algo postizo, artificial, sobre todo en una cultura pagana que ha querido propagar el ateísmo deliberadamente, a pesar de darse cuenta de las consecuencias desastrosas y caóticas que esto tiene, como vemos en la actualidad: el aumento vertiginoso de criminalidad, de crisis por el vacío esencial del hombre que deja de lado lo ético, de muertes, de inmoralidad de todo tipo… que atenta contra la humanidad, por lo que aumentan las locuras, suicidios, psiquiátricos, cárceles, rupturas familiares, etc.
- GS 19 “Muchos, rebasando indebidamente los límites de las ciencias positivas, pretenden explicarlo todo sobre esta base puramente científica y rechazan toda verdad absoluta”. Pseudo científica, pues rebasaron sus límites: y en realidad no pueden demostrar nada de lo espiritual, pues es un terreno que ignoran por completo y sería irresponsable hablar de él, como lo sería para un iletrado hablar de ciencia.
- En realidad muchas veces lo que rechazan es el concepto falso de Dios que tienen o imaginan, que nada tiene que ver con el Dios del evangelio, revelado por Cristo. También puede provenir esa postura atea, del desconocimiento de Dios, por enseñanzas o ejemplos inadecuados, o por enseñanza nula. También del rechazo del mal, de no tener respuestas a ciertos cuestionamientos sobre el mal. Otras veces simplemente arrastrados por la corriente de turno, que varía en cada época y lugar, pero que impone sus paradigmas a la multitud, y con más facilidad actualmente por los medios de comunicación; por ellos se da rápidamente la construcción social del conocimiento con frecuencia desafortunada, como es el caso de estas modas ateas y antivalores humanos, en las que nos empecinamos aun viendo las lamentables consecuencias.
- Efectivamente muchos optan por el ateísmo simplemente arrastrados por la masa, por la moda o mentalidad de turno en el contexto en que viven. No está bien visto. La religión es hoy contracultural, es el modo de ir contra corriente, de no ser oveja arrastrada por fuerzas ciegas del ego humano, pues prefiere creer en Dios.
- Otras veces procede el ateísmo de la intromisión de otras creencias que sustituyen la fe verdadera: otorgando carácter de absoluto a otros ideales meramente humanos, a otras aficiones como el futbol o el dinero que actúan como sucedáneo de Dios; cuando no a otras creencias supersticiosas más irracionales que cualquier religión, ídolos, pseudo espiritualidades,... En efecto, el apego a todo lo de este mundo, a lo material y visible, nubla la visión espiritual para lo trascendente, y dificulta así la apertura a Dios.
- GS 19 &3- “Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia de modo culpable. Sin embargo también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo no es un fenómeno originario, sino derivado de varias causas. Puede tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado en vez de revelar el genuino rostro de Dios y de la fe verdadera”.
- Sería absurdo, ingenuo e infantil pretender demostrar con instrumentos materiales lo que es espiritual. Tan ridículo como pretender medir la distancia con una báscula, el peso con una cinta métrica. La ciencia se ocupa sólo de lo material, no de lo espiritual, por lo que nunca podrá demostrar ni que Dios existe ni que no, pues no es su área, ni lo corresponde ni puede ni sabe de eso.
- Como no podemos ver el oxígeno, y sin embargo si no hubiera no estaríamos vivos. No podemos ver las ondas visuales que pasan por acá, ni sentimos las ondas sonoras. Pero un receptor de radio nos permitiría constatar que aquí están pasando aunque no las percibamos. ¡Cuántas cosas que no percibimos! La mayor parte en realidad. Es siempre más lo que ignoramos que lo que sabemos. Por ello dijo el sabio Sócrates: daría todo lo que sé por saber la mitad de lo que no sé.
- No puedes ver la gravedad y existe, pues sin ella saldríamos despedidos a gran velocidad. Ella nos mantiene pegados a la tierra. No percibes que la tierra gire, pero está girando a 30 km por minuto y 30 por segundo en traslación alrededor del sol.
- No sabemos casi nada ni del hoy, menos del mañana, pero nos empecinamos en vivir endiosándonos como si supiéramos todo. Preferimos fiarnos y aferrarnos a nuestro pobre y distorsionado conocimiento subjetivo. Preferimos la comodidad del inmovilismo al que nos lleva la creencia del “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Lo nuevo no lo dominamos y por ello tendemos a rechazarlo; eso es más fácil y cómodo que reconocer que estaba equivocado y darme a la tarea de buscar y conocer. Pero rectificar es de sabios. Máxime en algo tan sumamente importante como esta cuestión, en la que va la propia salvación eterna y la de muchos.
- Podemos asemejarnos a la pulga que está sobre un perro cuestionándose si existirá el perro. Pues en Él nos movemos, existimos y somos (Hch 17,28).
- O también podemos parecernos a la rana que nació en el fondo de un pozo profundo, y cree que el cielo es sólamente el circulito que ve a lo alto y que el mundo es sólo el agujero en que habita, pues no conoce más. Así también nosotros, creyendo que lo que conocemos es todo lo que hay, y sin abrirnos a tanto que ignoramos, pero ni lo buscamos ni nos interesamos pese a la suma importancia que tiene. Preferimos seguir ignorando, en la comodidad de lo conocido, haciendo oídos sordos a Dios y a nuestra alma, que tal vez ya quedó sorda de tanto hacerse la sorda.
- Preferimos creer que la realidad es el 0.1 % que conocemos de ella, pues es incómodo concebirnos tan desconocedores, nos da inseguridad e incluso ansiedad. No convivimos fácilmente con la incertidumbre, pero el mundo intelectual postmoderno se abre a esta verdad del multiverso, del abismo de la ignorancia humana, y se ríe de las creencias de la modernidad, de los que creen ser “expertos” y saber todo. Recuerda las dos películas documentales “¿Y tú qué sabes?”.