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jueves, 3 de junio de 2010
RESPETO Y EVANGELIZACIÓN
El Evangelio no se impone, sólo se propone, decía Juan Pablo II. Jesús así lo hizo, tratando con sumo respeto tanto a romanos como a judíos, a creyentes y a pecadores públicos. Se hizo amigo de todos y fue criticado por ello. Sumo respeto incluso a los que, sin conocerle ni ser de los suyos, expulsaban demonios en su nombre (Mc 9,38-40).
No podemos imponer la fe a nadie. La hemos de contagiar con palabras y testimonio de vida nueva en Cristo, con el amor de Jesús. Respetando como hijos de Dios a todos: sin importar credo, religión, raza, nacionalidad ni estatus de vida. Solamente así daremos un testimonio que les cuestionará y les atraerá hacia Jesús, cosa que obstaculizaríamos si actuásemos de otro modo, con prepotencia o pretensión de imponer nuestra fe.
Es posible ser amigo de musulmanes y de hindúes, de ateos y hermanos separados. Cristo, a lo primero que nos capacita es a vivir en comunión, con las diferencias que nos caracterizan. Nos capacita para vivir en el respeto y amor a todos, hombre y mujer, judío y griego, creyente y ateo. Con mucha más razón con otros cristianos, aunque sean hermanos separados que, a veces, algunos parecen mirar peor que a los ateos, cosa que creo que no debería ser, ya que comparten nuestra fe en Cristo y en la Palabra de Dios, lo cual es mucha ventaja sobre los no creyentes.
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer; ya que todos sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,26-28).
¿Conoces alguna persona de otra religión o de otra confesión cristiana? ¿Qué crees que pueden opinar de ti? ¿Qué testimonio te dan ellos y qué testimonio les das tú? ¿Crees que sería posible una amistad con ellos?
¿Qué preferirías para una de tus hijas, que se casara con un ateo, con un agnóstico o con un cristiano no católico?
No podemos imponer la fe a nadie. La hemos de contagiar con palabras y testimonio de vida nueva en Cristo, con el amor de Jesús. Respetando como hijos de Dios a todos: sin importar credo, religión, raza, nacionalidad ni estatus de vida. Solamente así daremos un testimonio que les cuestionará y les atraerá hacia Jesús, cosa que obstaculizaríamos si actuásemos de otro modo, con prepotencia o pretensión de imponer nuestra fe.
Es posible ser amigo de musulmanes y de hindúes, de ateos y hermanos separados. Cristo, a lo primero que nos capacita es a vivir en comunión, con las diferencias que nos caracterizan. Nos capacita para vivir en el respeto y amor a todos, hombre y mujer, judío y griego, creyente y ateo. Con mucha más razón con otros cristianos, aunque sean hermanos separados que, a veces, algunos parecen mirar peor que a los ateos, cosa que creo que no debería ser, ya que comparten nuestra fe en Cristo y en la Palabra de Dios, lo cual es mucha ventaja sobre los no creyentes.
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer; ya que todos sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,26-28).
¿Conoces alguna persona de otra religión o de otra confesión cristiana? ¿Qué crees que pueden opinar de ti? ¿Qué testimonio te dan ellos y qué testimonio les das tú? ¿Crees que sería posible una amistad con ellos?
¿Qué preferirías para una de tus hijas, que se casara con un ateo, con un agnóstico o con un cristiano no católico?
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