COLGANDO LOS PROBLEMAS
Había contratado a un carpintero, para ayudarme a reparar una vieja granja; el primer día de trabajo fue muy pesado y difícil, pues todo le salió mal: Su cortadora eléctrica se dañó, lo hizo perder una hora de trabajo, y para colmo, su viejo camión no quiso arrancar.
Decidí llevarlo en mi coche a su casa, y mientras lo llevaba, se sentó en silencio, triste y enojado. Cuando llegamos, me invitó a conocer su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando la punta de las ramas con ambas manos.
Cuando su esposa abrió una puerta, ocurrió una transformación sorprendente. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Me presentó con alegría a toda su familia y después me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que había hecho un rato antes. - "Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. "Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego mañana los recojo otra vez".
"Lo bueno es", dijo sonriendo, "que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".
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sábado, 2 de mayo de 2009
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