Thanksgiving o “DIA DE GRACIAS”. Esta hermosa celebración nos invita a tomar conciencia del valor fundamental de la gratitud, uno de tantos valores que todos los seres humanos podemos reconocer como valores positivos, preciosos, deseables, seamos del país que seamos, diversas culturas o estratos sociales todos apreciamos este valor como tantos otros.
Hemos de reconocer que no siempre es fácil, que requiere tiempo y madurez llegar a la gratitud de corazón. En nuestra condición egoísta tendemos a dar por hecho todo lo positivo, como si fuera lo natural, lo debido, lo merecido. De ahí que a los niños haya que repetirles muchas veces: “¿que se dice?” cuando reciben algo, pues de nuestro egoísmo no nace la gratitud, queremos que todo nos complazca, nos agrade, como si tuviéramos derecho a todo y a más. Solo pensamos en derechos y los demandamos, y mucho menos pensamos en los derechos de los demás, que son deberes nuestros.
Consideremos la fiesta tradicional de la quinceañera. Es una misa de acción de Gracias a Dios por el don de la vida. Hermoso. Pero más hermoso seria si tuviéramos la madurez espiritual para tener el agradecimiento de corazón, profundo y sincero para con el Dios que nos da la vida, y no quedáramos, como solemos, en la superficialidad de un gracias solo de labios, y por cumplir, como hace el niño forzado por sus padres a decir gracias.
¿Reconozco que la vida es un don que recibo de Dios sin haber hecho nada para conseguirlo para merecerlo? ¿Que incluso hago muchas cosas que ofenden al Dios que me da la vida, cuando la uso en lo contrario de lo que Dios me pide? Dios nos da la vida para dar frutos buenos, y a veces damos frutos amargos. Dios sigue amándonos y esperando que maduremos y fructifiquemos, para nuestro bien y el bien de muchos.
Revisemos como esta nuestra gratitud para con Dios. ¿Se la expresas? ¿Cada cuánto tiempo? ¿De corazón? ¿Reconoces sinceramente lo mucho que recibes de Él? Si hoy murieras, ¿le reclamarías por no darte más vida en este mundo, como si fuera tu derecho, o llegarías agradecido de corazón por los días y anos que gratuitamente recibiste de Él?
¿Y tu gratitud con los demás? ¿Reconoces las bondades, carismas, talentos y valores de los que te rodean, te muestran amor, te brindan apoyo,…?
GRACIAS SEÑOR POR LA VIDA. No hay palabras para agradecerte, pues todo lo que somos y tenemos lo debemos a tu amor divino. Nuestro ser, pensar, capacidades, talentos, todo lo recibimos de ti, tuyos somos. ES NUESTRO DEBER Y SALVACION DARTE GRACIAS SIEMPRE Y EN TODO LUGAR SEÑOR PADRE SANTO. Y gracias a todos mis hermanos en especial por abrirse a la comunión contigo y así hacerse instrumentos y presencia de tu amor en este mundo.