Celebramos Cristo Rey. Vale la pena meditar lo que esto significa. Cristo así lo expresó a Pilato: tu lo dices, soy rey… pero mi reino no es de este mundo. Cf. Juan 18,36ss.
Cristo no viene como un tirano a imponer su reino queramos o no. El vino y viene de modo respetuoso, solo nos propone, no quiso imponernos nada. Apocalipsis 3,20s. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. `Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Es decir que Él reina en quien le deja reinar. Si alguno quiere ser mi discípulo,… No se impone. No nos fuerza. Hemos de optar libremente por El. Quererle primero como maestro, para que conociéndole le amemos y amándole le aceptemos como Rey y Señor de nuestra vida.
Cristo habló todo el tiempo de su Reino, del reino de Dios o reino de los cielos. Podemos decir que ese es el título de toda su predicación. Su buena nueva fue este anuncio: El reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el evangelio (Marcos 3,15). Todo lo que hizo fue hablarnos del reino de Dios que estamos llamados a vivir ya en este mundo, es decir los valores del cielo, de su reino.
Por eso Jesús busco comparaciones: ¿con que compararé el reino de Dios? se parece a un tesoro escondido,… a una perla, a un grano de mostaza, etc. Son las parábolas del Reino. También nos enseñó a pedirlo en la oración del padre nuestro, como el mas profundo anhelo que debería haber en nuestro corazón.
VENGA A NOSOTROS TU REINO. Es decir, los valores del cielo, los frutos del Espíritu que deberían prevalecer en nuestra vida, su amor, gozo, paz, paciencia, bondad, mansedumbre, … es lo que se logra cumpliendo lo que decimos en la siguiente petición del padre nuestro: hágase tu voluntad. Buscando su voluntad viviremos su reino, aquí de modo imperfecto y rodeados del pecado y persecución del mundo y en la eternidad de manera plena.
Mateo 6,33. Busquen primero su reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. En efecto estamos llamados a vivir el primer mandamiento, a amar a Dios pro encima de todo y de todos, incluso por encima de nosotros mismos. Y a darle prioridad al reino de Dios, por encima de cualquier otra meta de este mundo, por buena y legitima que sea, pues ¿de qué le serviría al hombre ganar el mundo entero si pierde su Vida?
Dejemos pues a Jesús ser nuestro Rey, nuestro Señor, nuestro buen Pastor, pues solo Él sabe guiarnos por verdes prados, fuentes de paz y al puerto seguro del cielo eterno. Nadie va llega al Padre si no es por mí. ¡VIVA CRISTO REY!