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miércoles, 24 de junio de 2009

LA FE QUE SALVA

No es la simple caricatura de fe que se suele conocer comúnmente como un simple creer en la existencia de Dios -nivel al que muchos ni alcanzan- pero la fe por la que nos viene la salvación y la vida divina eterna no es esa. Dice la Biblia que también los demonios creen y tiemblan, pero no se adhieren a Dios ni se quieren someter a Él; en otras palabras, no le quieren dejar a Él ser Dios, pues se endiosan ellos mismos, tal cual nos sucede a los humanos.

No se trata por tanto de la “fe del carbonero”, que es más credulidad que creencia, sin apoyo en una experiencia del Dios vivo, pues dicen creer en Dios simplemente porque sí, por su mentalidad subjetiva, su tradición, costumbre, etc. Así como muchos opinan que hay extraterrestres y otros que no, pero sin apoyarse en experiencia alguna, pues así dicen muchos creer en Dios. Esa no es la fe de la que nos habla la Palabra, la fe que nos hace hijos de Dios, que nos da la salvación y la vida nueva en Cristo.

La Biblia afirma de modo claro, insistente y contundente que por la fe habitará Cristo en nuestros corazones, que nos hace hijos de Dios, que nos da la Vida eterna, que por ella recibimos la salvación, etc. (cf. Ef 3,17; Jn 1,18; 3,16; 6,40.47; 7,37-39; Mc 16,16 etc.).
¿A qué fe se refiere entonces? Se trata no solamente de creer en Dios, sino de creer a Dios. Es decir que la fe verdadera sería creer su palabra y por tanto acogerla y practicarla, como aclara y especifica Jesús en numerosas ocasiones. “El que escucha mis palabras y no las pone por obra se parece al hombre necio que edificó su casa sobre arena… (cf. Mt 7,21). Más feliz el que escucha y practica,…

La fe se practica por el amor (Ga 6.7), la fe sin obras está muerta (Stg 2,26). El que escucha y no practica se parece al que se ve en el espejo y al momento se olvida. Practicándola será feliz (cf. Stg 1,23-27). Y así son innumerables las referencias que nos hablan de que no puede haber fe sin la obediencia y práctica de su palabra.


En definitiva se trata simplemente de darle a Dios su lugar en nuestra vida, el lugar que le corresponde, el de único Dios y Señor. No tener otro Dios, guía, ni pastor más que Él. Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres, dijeron los apóstoles cuando les detuvieron y encarcelaron prohibiéndoles hablar de Jesús (cf. Hch 5,29). Es decir, dejar a Dios ser Dios a costa de lo que sea, pues se trata de un valor absoluto que ha de estar por encima de cualquier otro. Antes perder cualquier otra cosa, pero no a Dios, la vida eterna, su Reino en el corazón (cf. Mt 5,29ss).

¿Crees que practicar su palabra con fe te hará feliz? ¿Cuáles crees que sean las consecuencias de practicarla y las consecuencias de no hacerlo?