La cruz es parte de nuestra vida en la tierra. Como dijo
Job: la vida del hombre en la tierra es
lucha, milicia. Y también JS dijo que el
Reino de Dios sufre violencia y solo con esfuerzo se alcanza (Mt 11,12).
Muchos sufrimientos y de todo tipo:
físico, moral, espiritual; decepciones, frustración, con la vida, la salud, con
los demás. Accidentes, enfermedades, victimas de burlas, robos, manipulaciones,
torturas, etc. Cualquier cosa puede suceder a cualquier ser humano, como lo
sufrió el mismo Dios hecho hombre, JC.
Es impresionante
contemplar el modo que tuvo Jesús de vivir todo esto, los diversos sufrimientos
que le acaecieron en sus días por la tierra. De El debemos aprender a vivir
todo lo de este mundo.
Jn 12, 24 En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto.
25 El
que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la
conservará para vida eterna.
26 Si
alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi
servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará.
27
Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué
diré: "Padre, sálvame de esta hora"? Pero para esto he llegado a esta
hora.
28
Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado,
y de nuevo le glorificaré.
29 Por
eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros
decían: Un ángel le ha hablado.
Y también Lc 22,42 Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.
Aun sudando sangre Cristo nos enseña a
sufrir con Dios. Dios es glorificado en sus fieles cuando obedecen, como Cristo
ante la cruz. Todos somos llamados a fiarnos más de El que de nosotros. Pues no
tenemos la perspectiva que solo Él puede tener, del tiempo y de la eternidad.
Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado
a la consumación, se ha convertido para todos los que obedecen en autor de
salvación eterna (cf Hb
5,7-9).
Si me amáis, guardad mis mandamientos; … El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama, será amado
de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré á él. (Jn 14, 15.21)
Jn 15,14. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Lc 11,28. Dichosos los que
oyen la palabra de Dios y la guardan.
El
sufre en uno y con uno de todos los modos posibles, físicamente y por la obediencia de la fe que
implica el sometimiento de nuestro desorden egoísta, el dominio de nosotros
mismos por la obediencia de la fe.
Como lo vivieron los 12 en su martirio y muerte; como el mismo Cristo y
los mártires, sufre
el hombre por amor a Dios, como muestra de ofrecimiento amoroso a Él, con la
certeza de su amor y vida. Podemos aceptar esa cruz y muerte como la acepto
Cristo mismo y los millones de discípulos que le han seguido durante siglos. La
vida en esta tierra no es fin en si misma, es camino que lleva al Padre, como
el desierto que tuvieron que atravesar durante 40 años para llegar a la Tierra
Prometida.
Todo
sufrimiento tiene sentido y una nueva forma
de vivirlo desde la fe.
En nuestro sufrimiento aceptado por amor
a Dios El es glorificado y lo vive con nosotros; Cristo nos enseña a pasarlo
con fe en el amor de Dios y por amor a Dios.
Él nos enseña que es el camino que lleva
al Padre, aunque no podamos entenderlo y nos cueste aceptarlo. No se haga mi voluntad sino la tuya.
Esta es la actitud para vivirlo. Y desde ya, puedes ofrecer todos tus
sufrimientos del pasado, presente y futuro, como yo lo hago, por amor a Dios. Dale tu sí.
La cruz es parte natural de la vida en este mundo, pues estamos en gestación para nacer
a la vida verdadera que es la que sigue tras la muerte, los que tengan el corazón
abierto y el desarrollo espiritual necesario para entrar en ella. Pero este mundo
es imperfecto, por el pecado y por el misterio del mal estamos en una situación
de precariedad natural. Nos constituye la ignorancia, torpeza y pecado. Estamos
en la vida mortal, carnal, limitada, susceptible de toda clase de sufrimiento,
enfermedad, accidentes…
Cristo con su encarnación nos ensena a
aceptar esta situación carnal, con todas sus precariedades. Es mas nos motiva a
aceptarla plenamente para poder ser sus discípulos.
Mt 16,24: Entonces Jesús
dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame.
Hemos, pues, de negarnos a nosotros mismos, negar nuestra naturaleza caída que
nos lleva al pecado, a la soberbia, avaricia, ira, lujuria, pereza y toda clase
de egoísmo que impide el Reino de Dios en nosotros y entre nosotros. Y solo así
podemos abrirnos a Cristo y dejarle ser el Señor, para que experimentemos la
vida de Hijos de Dios que nos dio el bautismo, la vida divina y eterna que es
para siempre y que debemos empezar aquí en la tierra.