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miércoles, 24 de abril de 2013

EL DIABLO YA NO SE DISFRAZA



Antes el diablo tenía que disfrazarse con apariencia de bien, con piel de oveja, para poder colarse en cada corazón y en cada hogar, pues si vieran que era el lobo, le cerrarían la puerta y no podría entrar. Antes se rechazaba el mal y el pecado, pues se sabía de su efecto destructivo.
En la actualidad, en cambio, ya el “lobo” no necesita disfrazarse de oveja, sabe que es bien recibido por todas partes, por la inmensa mayoría, y así lo vemos cada vez más descarado, más abierto y visible, pues es comúnmente aceptado por la mayoría.
Ayer leo la noticia de que un dirigente del loby gay dice abiertamente que uno de sus objetivos es destruir a la familia, y ya a nadie le escandaliza ni disgusta eso; se ha creado una mentalidad y cultura en que todo se vale, todos creen tener derecho a todo, es el mundo y la “verdad de cada uno” y tiene que ser respetada por mala y dañina que sea, pues de lo contrario serás tildado de fanático, radical, peligroso, retrógrado, homófobo, …
El maligno, príncipe de este mundo, hace que se ponga de moda el ser malo, y sea mejor visto que el ser bueno. Ha puesto de moda y ha logrado que lo malo sea lo atractivo para los seres humanos; no lo tuvo muy difícil, pues al separarse de Dios queda entregado a su es su desorden egoísta, irracional y terco, amante del pecado sin importarle el daño que hace a sí mismo, a Dios y a los demás.
Las muestras de este actual descaro del diablo sin incontables; podemos reconocerlo en cada noticiero de televisión, en las portadas de los periódicos, donde la pornografía, el amarillismo y la tragedia saltan a la vista. Desde autoridades como policías y gobernadores, constantemente acusados de corrupción, narcotráfico, extorsión, secuestro,… hasta los más ignorantes que se entregan a la maldad, al crimen, a la extorsión y a toda clase de extravío.
El pecado ya no es algo a evitar, sino el bocado atractivo que no se puede resistir, del que se hace propaganda explícita en los medios y parece que se quiere fomentar, incluso con inversiones descomunales de dinero, para que todos los gobiernos aprueben aborto, matrimonio homosexual, equiparado al heterosexual, con derecho a adopción, suicidio asistido, eutanasia, droga legal, etc. Se fomenta el mal por todos los medios, como si fuera el ideal a alcanzar, confundiendo así el trigo con la cizaña, para que todos coman la mentira como si fuera verdad y el mal como si fuera el bien. Ya lo decía Isaías 1,2:
“Oíd cielos, escucha tierra, que habla Yavéh: hijos crié y saqué adelante, y ellos se rebelaron contra mí. Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no conoce; mi pueblo no discierne”. O con reclamos como: “No sean irracionales como caballos y mulas”.
Para hacer atractivo un producto hay que asociarlo con el pecado, pues eso es lo que más atrae al ser humano, por lo que todo nos lo quieren vender desde el atractivo sexual o pecaminoso, cualquiera que sea. La conocida campaña de la mayor empresa de helados que puso a sus helados los nombres de los 7 pecados capitales, para todos lleguen a pedir uno de ellos y a disfrutarlos.
El maligno ya es anunciado y promocionado en la versión de cualquiera de los pecados capitales que destruyen a la humanidad. La sociedad de consumo estimula a caer en todos y cada uno de ellos, construyéndose a sí misma sin Dios, al margen, aislada, resignada a la no salvación, a ser un animal de otra especie, a no tener vida después de la muerte, y abocada a disfrutar el aquí y ahora, sin importar la destrucción e infelicidad causada por sacar a Dios de la vida. No quiere lo que contraríe al ego, ley del mínimo esfuerzo y búsqueda del placer de los sentidos como único y máximo ideal, así se entroniza su propio egoísmo y saca a Dios de la vida.
Algunos no se han resignado a perder salvación tras esta vida, pero han preferido creer en otras ideas humanas, como reencarnación, o tantas teorías de nueva era, de auto-redención, auto-engañándose y creyendo en una salvación al margen de Dios, sin Dios, basados en su propia irracionalidad o en estados semi-inconscientes que han hecho ver a algunos el túnel y la luz después de él. Prefiriendo creer en sí mismos que en Dios, prefiriendo creer en teorías frágiles, que en la doctrina sólida de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo desde hace siglos, prefiriendo cimentarse en arena que en roca.
Y así entronizará falsos dioses, ídolos que le den por su lado, supersticiones baratas, engaños que prometen darle a su ego todos sus caprichos si pone en ellos su fe. Así ídolos absurdos, amuletos, supersticiones, creencias irracionales sin consistencia alguna, como los nuevos brujos y brujas que toman tantas horas de televisión cada día; o como también la llamada “santa muerte”, imagen tétrica y atemorizadora de la muerte en forma de esqueleto con hábito negro y una guadaña que representa la muerte. A nadie le asusta; la compran y la entronizan en sus casas, carros, calles; se la cuelgan en el pecho, sin darse cuenta de su propia ceguera:
“Tú dices: soy rico, me he enriquecido, nada me falta, y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista” Ap 3,17ss.
Muchos se quejan diciendo: Dios nos abandonó. Ignoran la palabra de Dios que asegura que Dios no nos puede abandonar, que nada nos puede separar de su amor. Pero son ellos quienes abandonan a Dios y le acusan de haber sido abandonados. No abren su oído a Dios, no quieren saber de Él, no quieren conocerlo, pero quieren que Dios les escuche y les atienda sus pedidos. Es decir la tendencia humana a endiosarse, quiero mandar y ordenar y que hasta Dios me obedezca y cumpla mis pedidos y caprichos, pero yo no quiero atender los suyos ni servirle.
Le sacamos de nuestras vidas, dejamos toda clase de oración y referencia a Él en nuestras casas, lo prohibimos en los espacios públicos, convertimos en tabú el tocar el tema o hablar de Él. Te demandan si pones en tu lugar de trabajo afiches o imágenes del Dios revelado en Cristo; no pasaría nada si fuera de cualquier otra religión, superstición o diablo. Las leyes de muchos países –cada vez más- prohíben alusiones públicas a Dios, ni en imágenes, ni en los medios, ni en películas, ni en música,… eso se relega, no sale en los cines, no se quiere en lugares de venta, etc. Y aun se atreve el hombre osado a acusarle a Él de abandono.
Lo que esta situación tiene como consecuencia lógica es el aumento de toda clase de maldad: ya nadie puede fiarse de nadie, aumentan dramáticamente las estadísticas de robos, delincuencia, suicidios, encarcelados, locos, rupturas familiares, divorcios, abortos, asesinatos, etc. El diablo logró lo que quería desde el principio: separarnos de Dios, para que quedemos a merced suya, desprotegidos para deshumanizarnos y caer en toda clase de maldad.
Así se pone de manifiesto el diablo desde los orígenes: en el génesis, con las metáforas de la creación, aparece el diablo engañando, que es lo que sabe hacer, para separar al hombre de Dios. Así hizo toda la historia, llevando a reyes y autoridades, incluso religiosas, al pecado, a matar a hombres de Dios y profetas; así lo vemos también en la vida de Jesús mismo, queriéndole llevar a desobedecer a Dios y a someterse a él, como quiere hacer también con todos y cada uno de nosotros. CADA UNO DECIDE QUIEN SERÁ SU PASTOR Y SU GUÍA, y eso determinará a dónde llega, si a la Vida o a la destrucción, al igual que sucede con las decisiones que tomamos ya en este mundo.
¿A quién prefieres creer a ti mismo, a los demás o a Dios? ¿Quién quieres que sea tu guía? ¿A dónde se encamina el mundo apartándose de Dios? ¿Qué consecuencias tiene guiarte por ti mismo o por el mundo y qué consecuencias tendría dejar que Jesús sea tu guía y buen pastor?