Religión servilista. Así vivida por personas que ante la absolutización de un Dios juez y guía, viven su religión como una sumisión irresponsable que les anula y les priva de su propia capacidad de decidir y de realizarse como personas felices. Viven su fe como sumisión, debilidad y temor. Les vuelve miedosos, cobardes y sin confianza en la razón. Más como esclavitud que como libertad, más de siervo que de amigo.
Religiosidad ignorante, del que no conoce a Dios ni lo quiere conocer, prefiere quedarse con su prejuicio natural de un Dios que todo lo puede y que nos hace favores, para pedirle todo lo que se quiere. No quiere saber más de Dios, ni de lo que pide o dice ni de cómo se revela ni de cuál es su plan de salvación,... Le da igual cómo es o si se reveló o no; no le interesa saber nada, sólo quiere ser escuchado por Él en sus pedidos. Es una religión no liberadora ni sanadora, no plenifica ni da el fruto que daría una verdadera fe. Es equiparable a cualquier superstición pagana, en la busca egocéntrica de la buena suerte y fortuna, que es lo único que busca; se quiere servir de “dios” sólo para el propio beneficio, lo que acaba siendo un perjuicio.
Dios de bolsillo. Hacen a Dios a su medida personal, en vez de esforzarse por amoldarse a lo que Dios pide. Quieren un Dios que se identifique en todo con su propia mentalidad, en vez de esforzarse por acoger la de Dios. Así no pueden ni quieren cambiar, ni dejan a Dios ser Dios en sus vidas, pues se endiosaron a sí mismos, sin dejar que Dios les guíe.
Un Dios genio de la lámpara, de quien solamente quiere a Dios para tener buena suerte. Es muy común en tantas personas que ponen imágenes religiosas en vehículos o negocios, para que les vaya bien y nada más. No practican religión alguna. Por lo que esas imágenes son tratadas como simples amuletos para la buena suerte por estas personas supersticiosas. Y como es lógico, tienen mucho de las dos características anteriores: hacen con Dios lo que quieren, y son ignorantes de Él, sin interés por conocerlo.
Un Dios reducido a unas doctrinas, de las que se apropiaron unos “profesionales de la religión”, más afanados por enseñar esas doctrinas, de las que se hicieron expertos, que por vivirlas, como lamentaba Jesús de los mismos fariseos. Cuántos al frente de grupos religiosos son teóricos profesionales, que viven de la religión más que preocuparse por vivirla, creyendo que tienen a Dios en ese manojo de conceptos de catecismo, sin conciencia de que Dios excede con mucho a todo conocimiento y de que no podemos reducirlo a esos conceptos, ni mucho menos pretendernos dueños de la verdad, pues sólo podemos verla parcial y subjetivamente.
Religiosidad literalista, de los integristas o fundamentalistas que se quedan en la ley, más que en la gracia, en la letra que mata, más que en el espíritu que da Vida. Toman la biblia o las doctrinas eclesiales al pie de la letra, sin criterio alguno de discernimiento. Llegan así a hacer interpretaciones inadecuadas, pues sacan textos sueltos del contexto, sin importarles si es AT o NT, sin criterios de interpretación ni apertura a posturas distintas. Se hacen rigoristas.
Dios bombero. Así podemos llamar al dios de los que sólo se acuerdan de Él cuando están en apuros o con alguna necesidad. Sólo entonces piensan que Dios existe y recurren a Él. Cuando no hay problemas graves viven con total indiferencia a Dios, con autosuficiencia y totalmente al margen de Él.
Es claro que son características que podemos encontrar muchas de ellas en una sola persona o grupo, pues algunas están correlacionadas o son aspectos muy similares, pues unos pueden estar implicados en otros. Pero una buena formación cristiana, a la luz de la Palabra de Dios y de la razón e inteligencia humana, puede librarnos de estos errores que tanto daño hicieron a la gente por siglos y tanto daño hacen aún hoy a personas de la Iglesia, siendo también un estorbo para la buena propagación del Evangelio y de la vida nueva en Cristo.
Hay muchas alusiones aquí hechas a prácticas religiosas legítimas desde una fe bien entendida como hacer ayuno, peticiones a Dios, etc., pero eso mismo que puede hacerse correctamente y con auténtico sentido cristiano, puede también hacerse de modo erróneo y separarme más del plan de Dios en lugar de acercarme a Él.
¿Hay alguna de estas características con la que te has sentido un poco reflejado?
¿Has conocido a alguien que cometa algunos de estos errores? Piensa ejemplos. ¿Cuáles te parecen los errores más peligrosos o más comunes a evitar?
¿Qué consecuencias pueden tener estas ideas distorsionadas de Dios?
¿Qué te parece fundamental para vivir nuestra fe de modo adecuado?
LAUDES 2024/11/25
Hace 1 hora